Sin la magia del erotismo


Sin la magia de los juegos eróticos del deseo transgresor, la ternura no traza sobre tu cuerpo una caricia, no se manifiestan los encuentros íntimos y sublimes de la piel, ni nuestros cuerpos estallan  hasta la humedad de los bellos extremos; eso que podríamos haber llamado sexo —sin la magia y sin los instrumentos sutiles que espontáneo derrama el erotismo— no será sino un acto burdo para disponer de aquellas cosas de las que hay que disponer irremediablemente, un incidente fisiológico en la vida de cada persona, fácilmente olvidado y prescindible, como hojas de una ensalada.

[Fragmento de texto en revisión.]



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