La militarización de Washington, D.C.: distracción, intimidación, y la obsesión autoritaria de Donald Trump

Conceptos bélicos. (Eric N Alvarez © 2025)



La decisión de Donald Trump de militarizar Washington D.C., así como a otras ciudades de los Estados Unidos no debe ser subestimada. Este nuevo movimiento de Trump no es meramente un acto exagerado como política publica ante lo que éste caracteriza como violencia incontenible en ciertas ciudades, además de un uso impropio del dinero de los contribuyentes en medidas no avaladas por mandato electoral alguno, mucho menos por la Constitución del país. 

Sus determinaciones plantean la posibilidad de una serie de objetivos que deben observados y analizados cuidadosamente por parte de toda la ciudadanía y las diversas organizaciones independientes de Demócratas y Republicanos, así como incluso por el propio liderato de esas formaciones políticas.

No hay duda de que las necesidades psicóticas de alimentar su ego, sus delirios paranoicos y su narcisismo sin límites, se ven saciados por el placer que le producen el sadismo y la malignidad de las acciones de Donald Trump. Estos factores son determinantes en los procesos mentales, y en el personaje que encarna en su existencia pública tanto al examinarse su turbio pasado, y, sobre todo, sus ejecutorias como presidente del los Estados Unidos.

Es tal vez incómodo reconocer, desde una perspectiva teórica, que la persona que ostenta la posición de presidente, particularmente de los Estados Unidos, no se conduce en un estado mental neutro, o en un vacío respecto a los elementos que definen su personalidad. Estos elementos trascienden el ente subjetivo para ser un componente concreto de la realidad que debe analizar y enfrentar la sociedad, y la política, al plantearse las consecuencias del ejercicio del poder por determinados individuos.

Por otro lado, las medidas adoptadas por Trump ponen de manifiesto sus objetivos y los de la facción de extrema derecha del Partido Republicano (GOP) que le respalda. Es evidente que en lo inmediato la ocupación militar de Washington, D.C., pretende distraer la atención del país de los siguientes eventos:

  • El genocidio de los palestinos por Benjamín Netanyahu, con la colaboración de los Estados Unidos y la indiferencia europea; 
  • La conspiración de Putin y Trump para adueñarse oportunamente de los recursos minerales de Ucrania, tras eliminar a la población ucraniana, o al menos subyugándola al régimen autoritario de Rusia mediante diferentes mecanismos, el principal de ellos, la exclusión de Ucrania de la OTAN;
  • Los efectos nefastos sobre los derechos civiles, y sobre la economía agraria y comercial, de la persecución contra los hispanos y otros inmigrantes (sin considerar siquiera su status legal en el país); 
  • El proceso inflacionario a la par con el proceso de estancamiento de la economía, situación que a su vez coloca una presión inmensa sobre las familias de recursos económicos limitados o situados en niveles de pobreza; Los vínculos de Trump con Jeff Epstein, y su estructura ilegal de ramificaciones, las cuáles pudieron, y aún pueden ser, mucho más tóxicas y corruptas que las conocidas hasta el presente. 
Pero los propósitos de Trump tras la movilización de la Guardia Nacional pueden ser aún más ambiciosos y tiránicos, al estar dirigidos a afirmarse definitivamente como autócrata o dictador mediante el control físico-espacial del centro neurálgico del gobierno federal y de la nación, como fuera hecho por Hitler en Alemania, y más recientemente por Hugo Chávez en Venezuela.

Hacer creer que la capital de los Estados Unidos está bajo el acecho absoluto de la violencia criminal (lo cual es falso de conformidad con las estadísticas vigentes al respecto) es tan solo el primer nivel de un discurso más complejo, en el caso de que Trump añada como uno de sus objetivos, lo cual se puede esperar que haga en un futuro no muy distante, la protección de la capital federal de una insurrección “inminente” por parte de enemigos internos (“enemies within”).

Con la suma de la presencia militar en otras ciudades estadounidenses a sus acciones previas desde la presidencia, Trump estaría sentando las bases fácticas de sus pronunciamientos, y los de su administración, dirigidos a promover la aceptación porel pueblo norteamericano de la imposición de sus aspiraciones autoritarias.

En ese contexto, y habida cuenta de los postulados de MAGA, no hay por qué dudar que el propósito de Trump, y su consejo de sicópatas, es hacer “hegemónica” la falsa percepción de la realidad con la que pretenden justificar la exclusión de toda disidencia, el rechazo total a la diversidad étnica y de géneros, y la violación de los derechos civiles de la ciudadanía.

La aceptación general de su discurso le permitiría a Trump completar, ausente toda oposición efectiva, la toma del control de todas las instituciones y los organismos del Estado, ya no sólo como producto de ordenes administrativas ilegales, basadas en su estrategia reaccionaria, sino mediante la intimidación y ansiedad colectiva que provocará el despliegue de la la Guardia Nacional en todos los estados de la nación.

Es plausible anticipar el deseo de Trump de perpetuarse en el poder (directa o indirectamente, como titiritero tras bambalinas), mediante una presidencia ilegítima, originada en la intimidación, y en la cancelación de las elecciones (tanto las destinadas a la selección de un nuevo Congreso, pautadas para noviembre de 2026, como las presidenciales de 2028), o cuando menos haciendo pasar por válidos, como hicieron Hitler y Chávez, los resultados de unas elecciones fraudulentas.

Por supuesto, con sus medidas recientes Trump no responde únicamente a su interés de retener el poder para sí, sino a la continuidad del grupo de funcionarios inspirados en el autoritarismo, que no solo le acompañan, sino que le utilizan, en su intención de destruir la democracia, y el retorno a la práctica en la política internacional de la repartición del planeta, y sus recursos, por potencias expansionistas y autoritarias.

Ante este cuadro es evidente el reto y la seria responsabilidad que tienen ante sí las instituciones del sistema democrático, y quienes ocupan diferentes posiciones en la judicatura, en los residuos del servicio público honesto del poder ejecutivo, el Congreso, e incluso la alta oficialidad de la compleja estructura de las Fuerzas Armadas de la nación. A ellos les corresponde analizar las medidas dentro del marco jurídico existente, a pesar de estar bajo asedio, frente a un traidor a la democracia y a los Estados Unidos que, en este caso, logró ocupar la presidencia de la nación por vías que, por lo bajo, se reconocen fueron fraudulentas.

Al pueblo norteamericano, ese que aún cree en la democracia como un principio esencial de los Estados Unidos, y a las mal llamadas minorías que lo enriquecen con su diversidad, su cultura, y sus intelectuales, les corresponde pasar a la movilización política, al ejercicio pacífico de sus derechos, y no ceder a la intimidación que pretende imponer como parte de su ejercicio malsano del poder, y en rechazo de los grandes valores de la democracia norteamericana, este paranoico llamado Donald Trump.



Conceptos bélicos-II. (Eric N Alvarez © 2025)



Artículo e imagenes: Eric N Alvarez © 2025.08.16

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