Puerto Rico: Tribulaciones, Melones y Crápulas o el Juego de las Verdades Ocultas
( Ante la manipulación de la información con respecto a la consulta general de estatus y las elecciones del próximo 6 de noviembre, por un lado, y por el otro, ante la reciente reaparición de los planteamientos que cada cuatro años levanta un presunto sector independentista, y su evidente contenido demagógico, deseo aportar a la discusión este artículo, publicado originalmente en el año 2009, con algunas correcciones menores de estilo. Lo hago con una sensación amarga en mi espíritu. Todo tiende a indicar que, en cuanto a los procesos de análisis de la realidad isleña, y el sentido de ubicación respecto a la situación global, en Puerto Rico nada cambia. Y lo que es peor. No hay indicios confiables de cambio.)
Mediante el artículo titulado "La Ineptocracia", publicado en El Nuevo Día, el 18 de agosto de 2009, el cual ha provocado diversas reacciones de simpatía por lo menos en la red Facebook, el escritor Luis Rafael Sánchez, pretende sostener la narración de que la debacle del país se debe a la ineptitud del presente Gobernador, Luis Fortuño, y que los corruptos "tiburones", "las crápulas", todos del Partido Nuevo Progresista (PNP), de orientación estadoista, y al que representa el propio Sr. Fortuño, se aprestan a devorar y destruir la Isla. Por otro lado, el artículo titulado "Tribulaciones del Melón", publicado por el periodista Ismael Torrres, en el mismo periódico de este miércoles 19 de agosto, quizá no tenga una larga lista de fans en Facebook, pero dice mucho del estado intelectual e ideológico del país, en unas muy breves y atinadas líneas. (A la fecha presente, el artículo de Torres ha sido removido de los enlaces electrónicos por el periódico El Nuevo Día, y no me fue posible archivarlo antes de su remoción. Sin embargo, y finalmente, encontré una copia de su texto en la página del Partido Independentista del municipio de Rincón, con el cual hago el enlace de marras.)
Hago referencia a estos artículos porque me permiten ilustrar, y lo señalo con todo respeto, mi preocupación por la difusión en Puerto Rico de lo que he querido llamar la miseria del análisis y el debate intelectual, particularmente por parte de la llamada izquierda, o quienes se piensan o sienten afines a esa etiqueta. Ambos artículos, cada uno por razones muy distintas, reflejan la indigencia intelectual y política del llamado "sector puertorriqueñista" del espectro ideológico de la Isla.
Hago referencia a estos artículos porque me permiten ilustrar, y lo señalo con todo respeto, mi preocupación por la difusión en Puerto Rico de lo que he querido llamar la miseria del análisis y el debate intelectual, particularmente por parte de la llamada izquierda, o quienes se piensan o sienten afines a esa etiqueta. Ambos artículos, cada uno por razones muy distintas, reflejan la indigencia intelectual y política del llamado "sector puertorriqueñista" del espectro ideológico de la Isla.
El artículo de Sánchez ("Wico", como le llaman sus amistades cercanas) cumple veladamente la función de proteger la retaguardia del Partido Popular Democrático (PPD), que como "Hamlet ñangotado en el batey" —lamenta el escritor, acudiendo a uno de sus tropos geniales—, duda "entre si fomentar la gringosidad o si amenguarla". Torres, por su parte, destaca la confusión agónica entre los sectores que reclaman ser independentistas (los llamados "melones") mientras apoyan, de manera consecuente, al PPD, organización que —no debe olvidarse— promueve la preservación de la presente relación jurídico-política de Puerto Rico con Estados Unidos, es decir, el estado colonial. Para estos sectores, indica Torres, "la Nación está en peligro y vamos a dejar de ser boricuas".
En su artículo, el veterano periodista revela con sencillez y claridad, el simplismo de las posturas inspiradas en el nacionalismo decimonónico del PPD y sus melones atribulados. Aun aquellos melones de hoy, que se formaron en las teorías que sostenían la importancia de la economía para todo lo demás que ocurre en una sociedad, no acaban de entender esta Isla en su conjunto. No hay cubierta de retaguardias en el artículo de Torres, sino la desnudez, o la admisión si se quiere, de las tribulaciones fatales de un sector destinado a disolverse en el inmovilismo colonialista, mientras espera —describe el autor— el glorioso regreso del PPD al gobierno, "no importa quién lo diriga ni con qué agenda", con tal de salvar la "Nación boricua".
Vayamos directamente a la miseria y los melones. En primer lugar, me temo que los que militamos, en las décadas del setenta y del ochenta, en el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) y la Federación Universitaria Pro Independencia (FUPI), ambos de orientación marxista leninista, con el nacionalismo como carta adicional de presentación, somos responsables, al menos en buen grado, aunque definitivamente no de manera exclusiva, de la miseria intelectual y analítica que pretendo denunciar. Digo esto porque el análisis y la estrategia de lucha en contra de la estadidad se nutrió en buena medida de las posiciones que estas formaciones políticas introdujeron en el seno del independentismo.
A fines de los setenta y principios de los ochenta fue adoptada por estas organizaciones, no sin largos debates que anticipaban la futura división y debilitamiento fatal de ambas, una política de alianzas con los presuntos sectores autonomistas del PPD, con miras "a detener la estadidad". Su objetivo era coagular una gran alianza "puertorriqueñista" en contra de la "estadidad inminente". Evidentemente, se partía del reconocimiento de un sentimiento nacionalista, o de cierto etnocentrismo boricua, que era manipulable para "detener" la estadidad, mover al PPD a respaldar una fórmula política que dejara la puerta abierta a la Independencia, y eventualmente, alcanzar ésta y el socialismo, estas últimas metas en un sólo hechizo.
Para resumir años y debates, esa estrategia conllevó el apoyo al PPD en los eventos electorales de los 80 y los 90, de manera consistente. Diría que la estrategia degeneró en un respaldo totalmente acrítico a partir de las elecciones de 1992. El estado mental del melonismo llegó al punto de que la estrategia original funcionó al revés. El Partido Popular supo que podría contar con los melones, equivalentes a unos 30,000 electores más o menos, en cada evento electoral, sin necesidad de promover cambios de importancia al presente estado colonial.
Vayamos directamente a la miseria y los melones. En primer lugar, me temo que los que militamos, en las décadas del setenta y del ochenta, en el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) y la Federación Universitaria Pro Independencia (FUPI), ambos de orientación marxista leninista, con el nacionalismo como carta adicional de presentación, somos responsables, al menos en buen grado, aunque definitivamente no de manera exclusiva, de la miseria intelectual y analítica que pretendo denunciar. Digo esto porque el análisis y la estrategia de lucha en contra de la estadidad se nutrió en buena medida de las posiciones que estas formaciones políticas introdujeron en el seno del independentismo.
A fines de los setenta y principios de los ochenta fue adoptada por estas organizaciones, no sin largos debates que anticipaban la futura división y debilitamiento fatal de ambas, una política de alianzas con los presuntos sectores autonomistas del PPD, con miras "a detener la estadidad". Su objetivo era coagular una gran alianza "puertorriqueñista" en contra de la "estadidad inminente". Evidentemente, se partía del reconocimiento de un sentimiento nacionalista, o de cierto etnocentrismo boricua, que era manipulable para "detener" la estadidad, mover al PPD a respaldar una fórmula política que dejara la puerta abierta a la Independencia, y eventualmente, alcanzar ésta y el socialismo, estas últimas metas en un sólo hechizo.
Para resumir años y debates, esa estrategia conllevó el apoyo al PPD en los eventos electorales de los 80 y los 90, de manera consistente. Diría que la estrategia degeneró en un respaldo totalmente acrítico a partir de las elecciones de 1992. El estado mental del melonismo llegó al punto de que la estrategia original funcionó al revés. El Partido Popular supo que podría contar con los melones, equivalentes a unos 30,000 electores más o menos, en cada evento electoral, sin necesidad de promover cambios de importancia al presente estado colonial.
El terror a la estadidad se convirtió en el "hombre del costal", en el "cuco", del melonismo. Aún a la altura de 2009, como lo comprueban el propio Sánchez en su artículo, las reacciones en Facebook a éste, así como el artículo de Torres, la confusión del melonismo perdura, mientras el apoyo del pueblo a la estadidad sigue avanzando.
La gran alianza "puertorriqueñista" ha pasado a ser un movimiento amorfo definido por principios nacionalistas, de diferentes gradaciones e intensidades. Estas gradaciones se caracterizan por el hecho de que la creación de un Estado-Nación no es visto como una necesidad, o una tarea historica que se deba realizar, por la vasta mayoría de quienes reclaman su orgullo étnico cultural.
Sin embargo, tienen su punto de encuentro en la estrategia de que todo aquél que se oponga al PNP es un aliado —el PPD es visto como un instrumento fundamental— y todo aquél que promueva ese partido, o favorezca la estadidad, debe ser destruido políticamente, alienado de la discusión pública, o demonizado, como en el caso evidente de Pedro Rosselló, ex-gobernador estadista de la Isla en el período del 1992 al 2000.
La gran alianza "puertorriqueñista" ha pasado a ser un movimiento amorfo definido por principios nacionalistas, de diferentes gradaciones e intensidades. Estas gradaciones se caracterizan por el hecho de que la creación de un Estado-Nación no es visto como una necesidad, o una tarea historica que se deba realizar, por la vasta mayoría de quienes reclaman su orgullo étnico cultural.
Sin embargo, tienen su punto de encuentro en la estrategia de que todo aquél que se oponga al PNP es un aliado —el PPD es visto como un instrumento fundamental— y todo aquél que promueva ese partido, o favorezca la estadidad, debe ser destruido políticamente, alienado de la discusión pública, o demonizado, como en el caso evidente de Pedro Rosselló, ex-gobernador estadista de la Isla en el período del 1992 al 2000.
Como resultado del "junte" del corazón del rollo del PPD, es decir, los colonialistas de línea dura, con el melonismo nacido de la "izquierda", toman vuelo una serie de estrategias contaminadas de la falta de honestidad intelectual y míseras intelectualmente. Estas estrategias se manifiestan en la intolerancia y en la manipulación de la información como instrumento de ejecución.
Conforme a ello, la información, que de alguna manera afecta a lo que ha sido bautizado como "sector puertorriqueñista", o al PPD en particular, se trastoca, se evade, sólo se trata si es inevitable (doy como ejemplo los casos por corrupción de Aníbal Acevedo, ex-gobernador PPD del 2004 a 2008, ventilados ante los foros judiciales norteamericanos ), y en determinados casos, hasta se oculta. Por otro lado, toda información que tienda a favorecer "a los estadistas" se oculta, y todo aquello que les desfavorece se resalta con desproporción vergonzosa y hasta se maquilla para que luzca peor.
En ese juego de las verdades ocultas la objetividad se desvanece. La discusión pública, y la cubierta de las informaciones por los medios periodísticos, se convierten en la caja de resonancia de las peores garatas politiqueras, y de los tremendismos que saben articular muy bien los manipuladores de la información (los "cuadros de propaganda"), casi todos (por no decir "todos") buenos "melones", formados y "fogueados" en las virtudes, y vicios, de los años setenta y ochenta. Sus análisis rayan, con frecuencia marítima, en el simplismo kayakero; es decir, en el aventurerismo infantil de izquierdas.
En ese juego de las verdades ocultas la objetividad se desvanece. La discusión pública, y la cubierta de las informaciones por los medios periodísticos, se convierten en la caja de resonancia de las peores garatas politiqueras, y de los tremendismos que saben articular muy bien los manipuladores de la información (los "cuadros de propaganda"), casi todos (por no decir "todos") buenos "melones", formados y "fogueados" en las virtudes, y vicios, de los años setenta y ochenta. Sus análisis rayan, con frecuencia marítima, en el simplismo kayakero; es decir, en el aventurerismo infantil de izquierdas.
Las mentiras se repiten, los cuestionamientos surgen de alegaciones sin fundamentos, y sin ellos, además, se asumen posiciones a sabiendas de su carencia de méritos, o como se dice de ordinario, sencillamente "por joder". Mal éste último, debo aclarar y reconocer, que aqueja a todos los sectores ideológicos, ya que en este tejemeneje de la demagogia ninguna de las tribus boricuas es una paloma inocente e impoluta. Se manifiesta así, y de manera generalizada, una miseria analítica en la discusión y debate público, que refleja una profunda falta de honestidad intelectual, y cuando no, crápulos intereses económicos, que lleva a muchos a preguntarnos si este mal boricua está en el aire, el agua o los genes.
Nadie sensato está contento con la situación de la isla estofada de Luis Palés Matos. Nadie piensa que vamos en la dirección correcta. Nadie puede alegrarse de la existencia de una corrupción que no es privativa de ninguna de las formaciones políticas, aunque se haya construido esa imagen y ese discurso con relativo éxito por los medios que controla el "puertorriqueñismo". Nadie puede alegrarse de la lumpenización del país a diversos niveles. Nadie debería estar contento con el control que ejerce lo que llamó Rosselló, atinadamente, la oligarquía colonial. Oligarquía que, después de todo, controla los medios de información, y obtiene grandes beneficios de la permanencia del estado colonial y de la inmovilidad política de la Isla.
No es honesta, sin embargo, la adopción y manifestación de posiciones sin evidencia o, cuando menos, el estudio de los datos básicos de determinados problemas; tampoco lo es el consabido disparo de la cintura; el análisis sin rigor. Son deshonestos y carentes de rigor, además, los análisis "maniqueos", conforme los cuáles, por ejemplo, todo lo que signifique atraer capital a una isla en bancarrota es parte de un gran operativo estadoísta para robarle al fisco; o conforme a los cuáles todo lo que aleguen los "cuadros" del "movimiento sindical" es correcto y motivado por su profundo altruismo; o conforme a los cuáles todo lo que implique un reconocimiento de valores democráticos o reconocimiento de posiciones o acciones meritorias de los "gringos", no es sino "pitiyanquismo". Todo ello, otra lastimosa manifestación de la miseria en el análisis y el debate intelectual; como han dicho otros, el análisis debe partir de reconocer y comprender la "complejidad" de la realidad.
En el contexto de todo lo anterior, afirmar, como lo hace Sánchez, que la problemática actual de Puerto Rico es producto de la administración de Luis Fortuño es, cuando menos, un error de perspectiva, por no querer adjudicarle al escritor, crápulas intenciones de manipular la realidad histórica.
Todos vivimos las administraciones inmediatamente anteriores, y particularmente infelices, de Sila Calderón y Anibal Acevedo Vilá, ambos gobernadores del PPD. Sánchez omite ese hecho incontrovertido. Estos gobernantes tradujeron la inmovilidad ideológica en inmovilidad total gubernamental. El "ningunismo" de origen plebisicitario —es decir, el no apoyar ninguna opción en un proceso electoral para escoger una forma definitiva de relación con los Estados Unidos— fue adoptado como filosofía política.
La mentira y el manejo de la "percepción" fueron perfeccionados como métodos para enfrentar a sus opositores. Por otro lado, si de tiburones se trata, hace muchísimo tiempo que el crapulario del Partido Popular se ha alimentado muy bien del fisco. La "destrucción" de la Isla ocurrió mucho antes de que pasara a ocupar su puesto el actual gobernador. Sánchez lo sabe.
La miseria del análisis de Sánchez radica, además, en atribuírle a la administración gubernamental de turno, PNP y estadista, por supuesto, la existencia de los "tiburones" como si las denuncias de Iván González Cancel, quien fuera candidato a la dirección del Departamento de Salud, excluyeran participantes de otras formaciones políticas en la charada. El asunto está por investigarse; la posición correcta y sensata es esperar por sus resultados.
Son tiempos de sobriedad y serenidad en los análisis. De saber anteponer la búsqueda de la verdad a las respectivas posiciones ideológicas, afecte ello a quien afecte, y sin que las simpatías por un nacionalismo light o uno estridente, o la antipatía hacia el estadoismo, sea el criterio determinante en los análisis, en el debate público, o en el manejo de la información por los medios periodísticos.
Son tiempos de afrontar los cambios necesarios para que este barrio en el Caribe se inserte efectivamente en los imparables procesos económicos globales. Los vertiginosos desarrollos de este nuevo milenio, no esperarán por Hamlet, mientras mira con nostalgia el pasado, e indecisión al futuro, ñangotado en un batey. Y eso, Sánchez también lo sabe.
Notas:
1. Crápula: según el Diccionario de la RAE, "Hombre de vida licenciosa."
2. Información sobre imágenes y fotos en orden de aparición: Foto "Máscara", tomada de Nuevo Teatro: Teatropedia; Foto de Luis Rafael Sánchez, tomada de catálogo de la Universidad de Wisconsin; Foto de Ismael Torres, tomada de página electrónica de Metro San Juan; reproducción fotográfica de "El Pan Nuestro" de Ramón Frade; "Homeless", foto tomada de Scrape TV News; Aníbal Acevedo Vilá y Hector Ferrer, líderes del Partido Popular Democrático, foto tomada de El Nuevo Día; Reproducción fotográfica de "Big Man", 2000, del artista hiperrealista Ron Mueck (Australian, b. 1958), tomada de página del Brooklyn Museum.
2. Información sobre imágenes y fotos en orden de aparición: Foto "Máscara", tomada de Nuevo Teatro: Teatropedia; Foto de Luis Rafael Sánchez, tomada de catálogo de la Universidad de Wisconsin; Foto de Ismael Torres, tomada de página electrónica de Metro San Juan; reproducción fotográfica de "El Pan Nuestro" de Ramón Frade; "Homeless", foto tomada de Scrape TV News; Aníbal Acevedo Vilá y Hector Ferrer, líderes del Partido Popular Democrático, foto tomada de El Nuevo Día; Reproducción fotográfica de "Big Man", 2000, del artista hiperrealista Ron Mueck (Australian, b. 1958), tomada de página del Brooklyn Museum.
Comentarios
Tengo problemas para comunicarme con conocidos sobre la posibilidad de apoyar a Fortuño como candidato a gobernador. Invito a conversar y a que me propongan razones para no votar por este candidato. Usualmente, lo que surgen son insultos, argumentos ad hominem, hipérboles, difamación, hipersensibilidades, demonización y acusaciones de traición o cuestionamientos de mi capacidad intelectual o juicio éticomoral.
Entro a la revista electrónica "80 Grados" -en la cual publican intelectuales iupitenses- y la tendencia es a que se publiquen artículos contra el gobierno de Fortuño: noto que no hay precisión en el uso del léxico y en el manejo de los conceptos. Libremercado, neoliberalismo, capitalismo, fascismo, dictadura son tratados como lo mismo. No hay esfuerzo por definir apropiadamente. Algunos artículos son crónicas sobre cómo "x" amigo de la junta editorial se siente hoy día (el relato suele tratar sobre que el gobierno actual de PR es el peor de la Historia del País).
Fui a dos foros universitarios en los cuales los candidatos a gobernador se expresaron sobre asuntos educativos y laborales. En ambos foros, sectores sindicalistas y socialistas demonizaron a Fortuño y en uno de ellos no permitieron que García Padilla se expresara sin interrupciones. Los organizadores y moderadores de los foros emitieron opiniones y no garantizaron que todos los invitados pudieran expresarse. Me percaté de que la moderadora del Foro Universitario fue presidenta de la APPU -María Gisela Rosado- y que los foros fueron controlados por el sector sindical (las preguntas eran sugestivas). Parecía un montaje con guión en el cual los partidos emergentes solo tenían que decirle al público lo que querían escuchar (promesas a los sindicatos, a los estudiantes y a los docentes de la UPR).
La prensa se declaró la guerra (El Nuevo Día vs El Vocero) y los nuevos "periodistas" o analistos, como Jay Fonseca, entraron al mundo del entretenimiento. Por un lado, atacan a los "entertainers" -como a La Comay-, por el otro, crecen en popularidad gracias a sus nuevos espectáculos de comedia y a sus entrevistas realizadas en programas de comedia -como El Circo-. Los periolistos tampoco se esfuerzan en el uso preciso de los términos. Recurren a la demonización, obvian información, no presentan distintos puntos de vista, gustan del sensacionalismo -y se excusan diciendo que eso es lo que vende y que así es que se logra llegar a más gente-. Son efectivos llegando a la gente, pero en el proceso sacrifican la investigación periodística.
Si me dejo llevar por la saturación mediática a la que estoy expuesto en el contexto riopedrense (murales, grafiti, billboards, tablones de edictos, opúsculos, vídeos, fotos, comentarios y escritos en el ciberespacio y en la prensa, conversaciones de pasillo y en foros sociales) tendría que descartar a Fortuño como opción, y con ello a todos los términos asociados con este personaje: Partido Republicano, republicano, capitalismo, conservador fiscal, estadidad (estadoismo), PNP, privatización, individualismo, individuo, libre mercado, reducción de gastos, otros. Se supone que solo vea corporativismo (o lo que llaman neoliberalismo) y que considere que vivo en una dictadura "fascista". Para expiar los males que nos aquejan hay que votarle en contra. Es decir, la solución que me proponen empleados, profesores, estudiantes y conocidos iupitenses es votar contra la Administración de Fortuño. Por alguna razón me inclino a votar a favor, pues nadie me ayudó a cambiar de parecer con argumentos, evidencia y opciones.
Saludos a todos,
Jaime Benson