¡Gloria al Lumpen!: Puerto Rico demuestra su Civilidad
[[El presente artículo se público el 18 de octubre de 2009. Desgraciadamente, mantiene vigencia, particularmente ante los problemas de carácter del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, en medio de una seria crisis a raíz de acusaciones de la Fiscalía federal por corrupción gubernamental contra funcionarios de goberno y empresarios particulares. El planteamiento de fondo sigue, me parece, siendo cierto. La violencia de la agresión verbal, glorificada en el lumpen, y acojida como gesto y discurso de la clase política, constituye un mal endémico que derrota la civilidad y la convivencia democrática.]
Las pasiones, los partidismos estrechos y la crisis económica del sistema colonial de Puerto Rico, parecen haber lacerado entre los puertorriqueños su sentido de civilidad y su compromiso con la convivencia democrática. Al menos así parece, habida cuenta de las actuaciones y manifestaciones de algunos ciudadanos, incluyendo elementos de la farándula, a raíz del llamado Paro nacional del pasado 15 de octubre. (Sobre ese evento vea el artículo del Quantum titulado Puerto Rico: Crónica y comentarios sobre el Paro mejor visto en la historia boricua...)
No deja de resultar interesante, aunque patético, cómo los boricuas parecen haber pasado de la fase depresiva a la fase mánica de su bipolaridad colonial, y no pierden oportunidad para mostrarle al mundo, no sólo su proceso de lumpenización, sino de glorificación del lumpen mismo como modelo.
Con lumpen me refiero, para decirlo de alguna manera sencilla, a individuos que no forman parte de las fuerzas productivas de la economía, en su mayoría desclasados por la ausencia de oportunidades de empleo productivo, y que adoptan medios ilegales como mecanismo de subsistencia. Al señalar un "proceso de lumpenización" intento significar un proceso en el que los valores y modelos de los sectores desclasados de la sociedad se entronizan y difunden como valores dominantes de la cultura de sectores que técnicamente no podríamos definir como lumpen.
Es decir, y ahora refiriéndome en específico al caso de Puerto Rico, un proceso en el que amplios sectores de los elementos productivos de la sociedad boricua han adoptado los valores del lumpenato. En ese contexto, actitudes y valores, que van desde la manera en que se entienden y expresan las relaciones entre géneros y la sexualidad, hasta las visiones y formas en que se manifiestan las posiciones presuntamente políticas sobre determinados problemas o sujetos, se caracterizan por la violencia, el maltrato, el machismo sexista y la agresión. En suma, podría señalarse que se acentúa la deshumanización e irracionalidad en las relaciones entre los individuos.
En el caso de Puerto Rico es preocupante la glorificación de estas conductas, su exaltación, y su aprecio, como valores positivos y esenciales a lo que parece ser un proyecto de identidad cultural de lo boricua frente al Otro, frente a lo externo, o lo presuntamente extranjero. Los peligros que plantea esta exaltación, o glorificación del lumpen, de la que son responsables desde los medios de comunicación y el espectáculo, hasta las formaciones políticas en sus campañas electorales y en los pronunciamientos y actuaciones de sus líderes, no deberían ser tomados a la ligera.
Sin embargo, y muy desafortunadamente, como parte de la miseria intelectual puertorriqueña, la crítica y el análisis de este fenómeno están supeditados, en demasiadas ocasiones, a los intereses partidistas estrechos y coyunturales, tanto en el plano político, como en el plano social en general. Dicho de otra manera, si la conducta o expresión se manifiesta de alguna forma que favorezca el interés o las posturas propias ante determinada situación, la tendencia será no solo a rechazar su existencia objetiva como fenómeno social, sino a justificarla como una conducta válida, o incluso "valiente". Por ello no me extraña para nada la respuesta, o la ausencia de ésta, por parte de los sectores politicos y sindicales en la Isla, ante los eventos recientes, tanto durante el Paro del jueves pasado, como con posterioridad a éste.
Pero, como ocurre en tantas ocasiones, y con tantos asuntos o discusiones en la blogósfera, reconozco y sostengo que se trata éste de un fenómeno mucho más complejo que lo que podemos exponer en una breve nota de una página electrónica. Por lo pronto, sin embargo, no dejo de preguntarme, cuáles y cómo hubiesen sido las expresiones de una Mercedes Sosa, recientemente fallecida, si hubiése sido objeto de una premiación y se le hubiese dado la oportunidad de expresarse sobre la situación política de su amada Argentina. Me pregunto qué valores y qué visión de mundo, tanto suyos, como del pueblo argentino, hubiesen quedado "en record" para la historia.
Cuando atisbo una respuesta, no dejo de ver con lástima la lumpenización de Puerto Rico y la glorificación de este fenómeno por parte de ciertos sectores, particularmente aquellos que han adoptado como su referente ideológico el neonacionalismo socialista y populista.
Las pasiones, los partidismos estrechos y la crisis económica del sistema colonial de Puerto Rico, parecen haber lacerado entre los puertorriqueños su sentido de civilidad y su compromiso con la convivencia democrática. Al menos así parece, habida cuenta de las actuaciones y manifestaciones de algunos ciudadanos, incluyendo elementos de la farándula, a raíz del llamado Paro nacional del pasado 15 de octubre. (Sobre ese evento vea el artículo del Quantum titulado Puerto Rico: Crónica y comentarios sobre el Paro mejor visto en la historia boricua...)
No deja de resultar interesante, aunque patético, cómo los boricuas parecen haber pasado de la fase depresiva a la fase mánica de su bipolaridad colonial, y no pierden oportunidad para mostrarle al mundo, no sólo su proceso de lumpenización, sino de glorificación del lumpen mismo como modelo.
Con lumpen me refiero, para decirlo de alguna manera sencilla, a individuos que no forman parte de las fuerzas productivas de la economía, en su mayoría desclasados por la ausencia de oportunidades de empleo productivo, y que adoptan medios ilegales como mecanismo de subsistencia. Al señalar un "proceso de lumpenización" intento significar un proceso en el que los valores y modelos de los sectores desclasados de la sociedad se entronizan y difunden como valores dominantes de la cultura de sectores que técnicamente no podríamos definir como lumpen.
Es decir, y ahora refiriéndome en específico al caso de Puerto Rico, un proceso en el que amplios sectores de los elementos productivos de la sociedad boricua han adoptado los valores del lumpenato. En ese contexto, actitudes y valores, que van desde la manera en que se entienden y expresan las relaciones entre géneros y la sexualidad, hasta las visiones y formas en que se manifiestan las posiciones presuntamente políticas sobre determinados problemas o sujetos, se caracterizan por la violencia, el maltrato, el machismo sexista y la agresión. En suma, podría señalarse que se acentúa la deshumanización e irracionalidad en las relaciones entre los individuos.
En el caso de Puerto Rico es preocupante la glorificación de estas conductas, su exaltación, y su aprecio, como valores positivos y esenciales a lo que parece ser un proyecto de identidad cultural de lo boricua frente al Otro, frente a lo externo, o lo presuntamente extranjero. Los peligros que plantea esta exaltación, o glorificación del lumpen, de la que son responsables desde los medios de comunicación y el espectáculo, hasta las formaciones políticas en sus campañas electorales y en los pronunciamientos y actuaciones de sus líderes, no deberían ser tomados a la ligera.
Sin embargo, y muy desafortunadamente, como parte de la miseria intelectual puertorriqueña, la crítica y el análisis de este fenómeno están supeditados, en demasiadas ocasiones, a los intereses partidistas estrechos y coyunturales, tanto en el plano político, como en el plano social en general. Dicho de otra manera, si la conducta o expresión se manifiesta de alguna forma que favorezca el interés o las posturas propias ante determinada situación, la tendencia será no solo a rechazar su existencia objetiva como fenómeno social, sino a justificarla como una conducta válida, o incluso "valiente". Por ello no me extraña para nada la respuesta, o la ausencia de ésta, por parte de los sectores politicos y sindicales en la Isla, ante los eventos recientes, tanto durante el Paro del jueves pasado, como con posterioridad a éste.
Pero, como ocurre en tantas ocasiones, y con tantos asuntos o discusiones en la blogósfera, reconozco y sostengo que se trata éste de un fenómeno mucho más complejo que lo que podemos exponer en una breve nota de una página electrónica. Por lo pronto, sin embargo, no dejo de preguntarme, cuáles y cómo hubiesen sido las expresiones de una Mercedes Sosa, recientemente fallecida, si hubiése sido objeto de una premiación y se le hubiese dado la oportunidad de expresarse sobre la situación política de su amada Argentina. Me pregunto qué valores y qué visión de mundo, tanto suyos, como del pueblo argentino, hubiesen quedado "en record" para la historia.
Cuando atisbo una respuesta, no dejo de ver con lástima la lumpenización de Puerto Rico y la glorificación de este fenómeno por parte de ciertos sectores, particularmente aquellos que han adoptado como su referente ideológico el neonacionalismo socialista y populista.
Comentarios
No entiendo. Uno le canta al arrabal de manera naturalista y crudo (no se si has visto las palabras de las canciones de Calle 13...lo más pútrido se convierte digno de alabanza.) y Mercedes Sosa, pues nada, es otra cosa. Raro sería q. se expresara de otra manera.
La lumpenizacion surgio del movimiento estadista, en particular bajo Rosello. Quien se acuerda de el bailando regeton? Corriendo como gangster en motora? De Rosello vestido de Pedro Navaja?
El problema es de una cultura donde el liderato y la elite solo le interesa, contradictoriamente, quejarse del lumpenato mientras lo fomenta. Y en esto la culpa la tienen todos lo colonialista, no solo los del neonacionalismo socialista...
hablemos claro...
quieres referirte a los "regetorenos, los raperos, los diversos grupos o cárteles de ganster de las más diversas drogas donde la coca tiene un rol protagonista"...
bien...
creo que es a ese proceso de secularización del "macho marginal" como style-a-life, al que etiquetas como "lumpen" (una palabra que en cuba en los años 80s se usaba para designar a la disidencia)
pues bien, amigo boricua...
¡¡¡BIENVENIDO A AMÉRICA!!!
y lo siento por la crueldad de la real
Deseo indicar, y aclarar, que mi propósito esencial ha sido identificar la violencia y tribalización existentes en los discursos y mensajes por parte de diferentes sectores en Puerto Rico; así como la glorificación de aquellas como parte de una pretendida definición de "lo boricua" o "puertorriqueño", sin una mirada crítica al contenido de su propuesta, o al menos, al fenómeno de "glorificación".
Es cierto, como se ha indicado por otros en diferentes foros, que lo que llamé proceso de "lumpenización" se ha venido señalando desde hace cierto tiempo, tal vez décadas.
Por otro lado, reconozco, gracias a mis conversaciones con el profesor Carlos Pabón, que el término mismo de "lumpen" es problemático, a la luz de los desarrollos del capitalismo.
De otra parte, pude llevar a algunos incorrectamente la impresión de que propongo moralizar o rechazar el derecho a la libre expresión del reguetonero René Pérez (Residente Calle 13), ambas cosas totalmente contrarias al propósito de mis señalamientos en el Quantum.
Mi crítica está dirigida a la glorificación de la violencia, como parte de un discurso nacionalista de definición de "lo boricua".
Señalé, y reitero, que son responsables de esta glorificación los medios de comunicación y del espectáculo, así como las diferentes formaciones políticas en sus campañas electorales, y en los señalamientos y ejecutorias públicas de sus líderes.
La reacción pública del señor alcalde de San Juan, capital de la Isla, a las expresiones de René Pérez son un buen ejemplo de la contraparte discursiva de la violencia tribal que critico y me preocupa.
Las expresiones de Pérez no fueron sino la manifestación y ejercicio de un derecho. Por ello, no quise concentrar mis señalamientos en el performance del reguetonero. Aún así ello no inmuniza a Pérez (tampoco al alcalde sanjuanero) de la crítica de su propuesta o su mensaje.
Debido a la atención dada por otros al subtópico René Pérez, debo decir que no, para mí no hay nada de "genial" en llamar "hijo de la gran puta" a nadie. "Son otras las intenciones y son otras las palabras...", diría el poeta español Miguel Hernández, si es que compartimos, aunque sea mínimamente, el deseo de una sana convivencia democrática, o aún meramente una sana convivencia.
De nuevo, constituye un desacertado maniqueismo la idea de que si la manifestación fue realizada contra el gobernante estadoista (en este caso el señor gobernador Luis Fortuño) todo vale, todo es aceptable. Demasiado partidismo estrecho. Demasiado tribalismo. Demasiada violencia.
Después de todo, no estoy tan seguro de que quienes hoy defienden esa "propuesta protestataria" —el término se lo debo a Myrisa— reaccionarían de la misma manera si alguien recordara los orígenes de su nacimiento, o a la manera de "ganarse la vida" de su madre, ni siquiera en un foro más privado que MTV. No... ¡Claro que no!