Luna para los juegos del azar
Es que resulta un poco difícil explicar, habiendo salido de las escuelas del materialismo histórico, ruinoso y desprestigiado como anda el pobre, el salto a las teorías de Carl Jung sobre las sincronías de eventos, que de paso uno ata a los avances sobre la mecánica cuántica.
Pero mi propósito hoy no es teórico, a pesar de tener deudas de comentarios sobe el barco hundido del carrusel boricua, para mi espacio base: Quantum y Cebollas.
No puedo — no quiero — dejar estas cosas en el aire, estos viajes íntimos que invitan siempre a reflexionar para la cuales no habrá ocasión en el futuro.
Las experiencias lúdicas, subconcientes, perceptivas, comunicantes o sencillamente sincrónicas, son como la poesía, duele dejarlas para lo último, ya sin ánimo, ya sin deseo.
Pensaba, regresando atrás, que debía confesar mi rumiar indolente de las últimas horas de la tarde de hace unos día en la imagen de una luna creciente, como la de estos días, vista entre ramas de los árboles urbanos, y en el fondo distante el azul intenso y nocturno que por fin pude identificar y asociar al color de tu falta y de tus blusas, inevitables y provocadoras esta vez sin temor, esta vez decidido a reivindicar el color que acompaña mi sencilla mesa suiza.
Y rumiar, por rumiar, el tiempo pasaba durante la tarde, y la luna que me reivindica, que podría asomar entre las ramas de los arbustos y los árboles del barrio, acompañada por nubes imponentes y maravillosas.
Como suele suceder en estos casos, efectivamente, un par de horas más tardes la luna aparció definitiva entre las ramas de arbustos y de árboles, y fue radiante e intensa como la pensé o, si se quiere, pude preconizar, porque estas experiencias con frecuencia me persiguen, y soy mi propia gitana o mi propia santera.
Con sus ojos grandes, su piel plateada, sus labios rosados guardados en espera del momento preciso para dejarte alcanzar luna caprichosa de los azares, del rito milenario de todas los obsesiones, luna creciente y anticipada entre reflexiones y sueños como lo fue sensual Bolero de Ravel...
Tú también lo recordarás,
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