El último trolley: el océano al borde de la calle

La playa del sector el "Último Trolley" ha desaparecido. SJ, PR © Eric Alvarez QC, 2022-07-27


El 27 de julio de 2022 publiqué en este espacio este comentario bajo el título "El océano al borde de la calle". Debido al efecto devastador de las marejadas que azotan estos días a la costa norte de la isla, lo cual se evidenció en el sector Último Trolley en San Juan, me parece pertinente considerar nuevamente estas reflexiones.El comentario a continuación refleja las revisiones y correcciones hechos recientemente. (Sobre este asunto vea el vídeo de Hildita Benitez @7quillassanjuan, publicado por Deborah Martorell @deborahmartorell) La fotografía que usé en mi comentario fue tomada también en el Último Trolley.)

No es el mar ni es el sol. Los elementos captados por la mirada fija en la costa cercana y distante que provocan unas palabras, una reflexión urgente, son otros.

Es inevitable reconocer en la imagen, tal vez precaria, que capta el lente – también precario –, el axioma planteado por el calentamiento global, el aumento de los niveles del mar, y los efectos en las costas del oleaje producto de sistemas que, por ahora, describiré como “fuera de temporada”, a falta de una definición más precisa a la luz del calentamiento global.

En Puerto Rico, esta isla ubicada al este del Mar Caribe, el océano va reclamando su espacio con su energía vociferante, y se acerca a tomar posesión total de los encintados y la calle que constituían una suerte de bulevar, bordeando una playa que ya no existe, en un sector conocido como el “Útimo Trolley”.

A su vez, un observador paciente puede percatarse de que aquello que era reconocido como “playa” y arenas, colindante con las viviendas y condominios de una zona que los isleños llamábamos “Ocean Park”, ha desaparecido rápidamente.

Es un hecho concreto al día de hoy el que las estructuras que fueron construidas a no más de cien metros de la orilla de esta franja playera, serán demolidas por el océano en el futuro cercano.

Mar difícil y en furia como producto de fenómenos precipitados por la negligencia humana y, al menos en esta isla, por la gula y la ambición, la búsqueda del placer y del status, los cuales se procuran satisfacer mediante la cercanía al paisaje de las costas. El resultado está a la vista de todos mediante “evidencia inexpugnable”.

Alguna vez pensé que con la llegada a "todo vapor" del mes de julio (inicio de la temporada de huracanes) el mundo que conocía comenzaría a cambiar por completo. 

Y así fue. El mes de julio llegó entonces a toda prisa, mientras la naturaleza parecería impulsar de manera avasalladora el cambio de las condiciones climáticas, con manifestaciones extremas en todo el planeta. El que este sea un problema global, por otro lado, no justifica la indolencia de los gobiernos y las sociedades. 

En ese contexto, la situación de Puerto Rico es particularmente sensitiva por ser una isla. El océano Atlántico y el mar Caribe son factores que afectan a la isla tanto por los cambios climáticos, como por sus consecuencias económicas, sin considerar otros factores como aquellos relacionados con las condiciones geológicas, en particular los eventos sísmicos.

En el intento de razonar la nueva realidad no hay forma de obviar la sorpresa de ver fenómenos que confirman el hecho del cambio climático. Se trata de cambios drásticos que se presentan mucho antes de lo anticipado. El momento plantea, desde la perspectiva personal, el comienzo de la transformación, no solo del mundo conocido, sino del que fue anhelado y que de alguna manera se intentaba promover: el espacio que debería habitar una civilización en paz.




(Texto y fotografía © Eric Alvarez, Eralvrez QC, 2022-07-27)






















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