La marcha del graffiti y el desengaño

Photo by Alex George on Unsplash
A Victoria…

Ante los recurrentes actos de daños contra edificios en el Viejo San Juan en Puerto Rico, en esta ocasión, muy probablemente, por parte del sector más militante y desorientado de los manifestantes en el día de ayer lunes 20 de enero de 2020, cuando casualmente celebrábamos el natalicio de  Martin Luther King, y las expresiones esta mañana del llamado León Fiscalizador, me veo en la obligación de adelantar expresiones para las que reservaba una reflexión aún mayor.

Hay que señalar que no se puede perder de vista que todo lo que estos sujetos destruyen o dañan en el Viejo San Juan afecta no sólo a los dueños, sino que es un daño al gobierno, a la ciudadanía y es un daño a la Humanidad. 

Contrario a lo que parecen pensar algunas personas, y sobre todo, estos delincuentes con capuchas de trapos, todo en la ciudad de las murallas, incluyendo la estructura física de La Fortaleza no es "del gobierno", sino que es un patrimonio de la Humanidad. 

Es un gravamen sobre toda la ciudad y estructuras impuesto desde 1983 por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). 

Por otro lado, me parece importante indicar que la presunta fama no es precisamente una justificación — es decir una razón válida — para agitar reclamos y convocar movilizaciones civiles con irresponsables ribetes de golpe de estado, aprovechando tener acceso privilegiado a los viejos y nuevos mecanismos mediáticos, siempre sedientos de audiencia (ratings) para la construcción de discursos, unos serios y rigurosos, y otros, la mayoría, demagógicos y cargados de motivaciones ulteriores.  

Peor para  toda la ciudadanía, pues todo surge como consecuencia de la falta de rigor en río revuelto y a días de eventos catastróficos en la isla.

En lugar de estas convocatorias a simulaciones de golpes de estado, desde los cuarteles del militantismo civil, los cuales sabe utilizar muy bien lo peor de la clase política isleña, los reclamos deberían dirigirse a procesos de investigación bien fundados, a la utilización efectiva del proceso electoral, al pronto y mejor manejo de las ayudas a las víctimas, y la toma de medidas que propendan a la seguridad física de éstas, respetando la voluntad, de muchos, como es el caso, a permanecer cerca de las estructuras que les servían de residencia. 

En el proceso de la garata pública (que no discusión sosegada) se confunden negligencia o negligencia crasa, o incompetencia, con los delitos que están relacionados o señalan la existencia de corrupción gubernamental tales como soborno y venta de influencias, o hurto dirigido contra el fisco.

Estos conceptos ni siquiera son considerados propiamente en la discusión, al tiempo que no se encuentran en el mismo lugar de las conductas penables.

A quienes puedan ser responsables según los hechos, ya sea de negligencia grasa, o de corrupción, habrá que procesarlos bajo los términos del Código Penal, para lo cual no hay que hacer circos de destrucción o tentativas de delitos incendiarios, ni marchas vociferantes de palabras soeces, ni cacerolazos derramando infantilismo político, por su carencia de fuerza y pertinencia en el contexto histórico. 

Evidentemente si se trata de protestar por diferentes vías para que se haga uso adecuado de los recursos disponibles para las víctimas de desastres todos estamos unidos. 

Pero si lo que se pretende es: utilizar esta coyuntura  para proyectos ulteriores ideológicos con el propósito de imponer rutas políticas que la ciudadanía rechaza, y para tratar de ir debilitando (aún más, de paso) el gobierno de una administración con la que uno no simpatiza; intentar equiparar lo que el Derecho no equipara, la negligencia crasa con la corrupción; o, finalmente, si lo planteado es tan vano como que la señora gobernadora no les simpatiza, a unos porque no es una funcionaria de su propia secta partidista, o a otros porque es “débil”, asumiendo en ambos casos los fatuos esquemas mentales y los argumentos  de la politiquería tradicional, y destruyendo el rol del estatuto democrático del voto; tengo la obligación de expresar a toda voz, y consciente de las consecuencias a las que me expongo por la reacción de las diferentes sectas: no cuentan conmigo.

Más aún, en el contexto de éstos fenómenos, no es de extrañar que Trump, quien le viene negando las ayudas a PR para la reconstrucción después de los huracanes Irma y María, y más descaradamente después de los terremotos, esté utilizando esta coyuntura para su juego racista y autoritario de aplastar a PR, pues rechaza toda participación democrática nuestra en los foros que toman decisiones de Estados Unidos.  

Las maneras de articular estos juegos son diversas y los mecanismos desde el poder para abrir discusiones divisorias son amplios. Las declaraciones de su hijo en el fin de semana son clara evidencia de lo anterior.

Quienes de manera paternalista y prepotente le dicen al componente juvenil-estudiantil, que están bien, que están haciendo grandes avances, que son "la nueva vanguardia" les mienten. Graffitis, búsqueda de confrontaciones, lanzamiento de piedras y bombas callejeras incendiarias (cocteles molotov) se hacían en Río Piedras desde los años ’60 en las protestas contra el ROTC y la guerra de Vietnam,  y luego en otras manifestaciones contra determinaciones administrativas en la Universidad de Puerto Rico, para no mencionar otros desaciertos.

Hay personas entradas en edad, privilegiados en el pasado precisamente por los gobiernos de "la colonia",  al tiempo que fungían como defensores del "pueblo obrero" y "la nacionalidad", que promueven o aplauden sus actividades. Les engañan. Sólo desean recrear sus actividades para su deleite narcisista y su regreso feliz al pasado fallido, mientras hacen su mochila preterremotos, y se relajan con Netflix. 

Y eso, ustedes lo saben. Lo sabemos todos.

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