La ansiosa convicción de la ternura


La convicción de la ternura (2025.06.21) © Eric N Alvarez


Cuando llega la madrugada un día como hoy, marcado para siempre desde un ayer cualquiera, no sólo por la incertidumbre, sino por la certeza de los actos del homo sapiens tardío, convertido en una especie bajo el poder de autocracias nacionalistas, obsesionadas con sus guerras de exterminio, pienso cuán tarde puede haberse hecho para la plenitud consciente de ser, en la brevedad de mi tiempo-vida, como elemento insignificante en un universo más de infinitos e innumerables universos apenas conocidos, antes y después de sempiternos eventos horizonte, fuera de todas las ecuaciones y del alcance de los telescopios más sofisticados;

en este vuelo entre los pasillos nocturnales, me cuestiono sencillamente las fracciones temporales que permiten sentir y manifestar la sensibilidad más íntima, para no ser solamente sapiens, sino propia y definitivamente humanos, como parte de una naturaleza compleja y diversa, desde la intuición de la magia a la premonición del horror, del sueño al delirio, desde la rabia a la paciencia que conspira pétalos de resistencia, y la realidad es que uno no sabe, a menos en el trance hipnótico de construir oraciones de las palabras, qué curso la tensión entre el azar y destino impondrá, cómo y dónde comienza el hechizo del amor y la caricia, y cuando comenzará el hachazo del fuego homicida;

uno no sabe cuán tarde se ha hecho para la caricia, para la ternura, para el amor, y antes de que en realidad lo sea, uno de mis tres gatos llega al teclado, Pepe, peludo y formidable, a ronronear ternuras, y reclamar desde su felina vehemencia, la respuesta innegable del afecto, al menos por un momento, que solo él y yo hemos vivido y conocemos;

la ternura es este teclado con el que intento arrancar palabras bajo la luz de la mañana, en el hálito de una tarde de aguaceros, o en el silencio irregular de las noches del insomnio, y le respondo a Pepe, y a las instancias entrecruzadas de mi alma, con estas manos que me llevan a transitar los rastros de los desvaríos del amor, y el zigzaguear de sus laberintos, junto a aquél que procede del lenguaje construido entre las diferentes especies del planeta;

así, con la única misión de que antes de que ésta, o cualquier madrugada, se haya hecho muy tarde para preservar definitivamente la vida, o cuando los vientos del milenio anticipen que la humanidad puede perder la partida, queden grabadas en la memoria, de tal manera lapidaria, que en algún lugar del infinito hallarán las energías y sus espíritus, el amor espiral e indeleble desde el pasado al presente, y el contacto y mi afecto por Pepe, y el contacto y el afecto de mi gato, como si mañana fuera hoy, con la ansiosa convicción de que no habrá sido para ello demasiado tarde…



La convicción de la ternura II (2025.06.21) © Eric N AlvareZ








La convicción de la ternura III (2025.06.21) © Eric N Alvarez


























Eric N Alvarez © 2025.06.19
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