"Todo Cambia", de Julio Numhauser: el vídeo; una reflexión post-siglo 20



La canción en este vídeo es ya un lugar común cuando de hablar de utopías se trata, o cuando menos, de finales de dictaduras o regímenes represivos. Que duda cabe, para muchos, sobre todo en el espectro viviente de las viejas izquierdas y sus imitadores de este siglo, esta hermosa canción es un himno. Puede ser que ya se sepa, pero por las dudas, digamos que el tema es de Julio Numhauser, músico y antropólogo chileno, que se radicó en Suecia para los años '80. A Numhauser se le reconoce como uno de los fundadores de Quilapayún. Como se sabe, la canción fue popularizada por la tucumana Mercedes Sosa.

Lo curioso de todo esto, y de las filiaciones que suelen producirse tras una canción y sus posibles lecturas, es que probablemente la de Numhauser hubiese sido señalada como revisionista por el estalinismo. Se dice que "pese a las presiones", mientras era director de IRT, una disquera recién estatizada por el gobierno de la Unidad Popular, "Numhauser incita y da cabida a todo lo que suene a rock, mientras los sectores ortodoxos de izquierda aprietan los dientes y se golpean el pecho con el manifiesto comunista". (Crónicas Musicales del Tiempo Medio...) Todo cambia...

Curiosamente, su canción podría ser cantada en estos días con la misma convicción y esperanza, por cubanos, venezolanos, iraníes, e incluso por los puertorriqueños, todos en contextos distintos, pero todos con necesidades urgentes de "cambio" en sus respectivas sociedades. Que todo cambia podría ser proclamado (y reclamado, que ello es parte del juego lírico de la canción) por la comunidad homosexual, por las mujeres en el mundo islámico, por las fuerzas que se oponen al nacionalismo etarra, o tal vez por los inmigrantes en todos los lugares del planeta.


Pienso que uno revisa sus convicciones —debe hacerlo, de hecho—, con las enseñanzas del cambio, con la comprensión de su inevitable devenir. El proceso de revisión no debería ser objeto de flagelaciones corporales para castigar los insanos pensamientos que contradicen las creencias previas. No debería ser visto, como una suerte de sacrilegio, como ocurre, sobre todo, si las posiciones revisadas se inspiraron alguna vez en discursos o propuestas que han perdido su vigencia, o que en sí mismas requieren unos giros esenciales en sus postulados tradicionales. Los "ismos" tienen una veta inconfundible de intolerancia y de dogma cerrado. Frente a ello, baste decir... Todo cambia...

El cambio, precisamente como proclama Numhauser, ocurre en todas las direcciones y lugares, ocurre en todos los polos del pensamiento de los seres humanos, en toda dimensión de la vida. Para beneficio de la humanidad, unos modelos políticos y económicos se comprueban más eficientes que otros, aunque humanamente imperfectos. Si algo es ajeno a la juventud y el pensamiento libre es negarse a si mismo la realidad objetiva del cambio, y enclaustrarse, como célibes monjes, en las ideologías y creencias que los viejos sacerdotes nos enseñaron, no sólo a creer, sino a ni siquiera cuestionar.

Mucha es la voluntad y el ingenio, mayor el reto, que implica y requiere des-asumirse y re-asumirse, cuestionarse sus parámetros mentales
vintage, sus paradigmas antique, que suenan bien y tal vez ayudan a mantener cierta identidad en los sectores que temen, precisamente, al cambio. Pero el fenómeno existe... Todo cambia...

Por qué negarlo. Ha existido por largo tiempo, particularmente en este Caribe compartido, una masa que no quiere, no se atreve, a tomar decisiones, ya sea porque piensa que es mejor su estado actual a cualquiera otro, y que ello es preferible a abrirse a nuevas experiencias y formas de vida. El cambio y el cuestionamiento de los viejos esquemas de pensamiento, ha sido visto por mucho tiempo, y no por pocos, como un atrevimiento contra el orden divino de lo establecido: llámese Fidel, Revolución, Estado Libre Asociado, paternales caudillos à là Chávez, o simplemente "intereses creados", vaya usted a saber...

Entonces, llegó en noviembre pasado Obama, el primer Presidente negro de los Estados Unidos. Un evento visto como improbable, sino imposible, sólo unos meses antes. Desde entonces recuerdo todas las mañanas la letra de la canción
de Julio Numhauser.

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