Talibanes caribeños: el activismo ultraizquierdista en la Universidad de Puerto Rico
El 29 de enero pasado publicamos aquí un artículo titulado Puerto Rico: Vanguardias universitarias a la deriva y tareas urgentes ante el colapso del modelo colonial.
A los pocos días de la publicación del artículo, casualmente, el gobierno de la isla anunció la retirada de las fuerzas policiacas del campus del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
El pasado 22 de febrero de 2011, fue aprobada la paralización del referido recinto en una torcida asamblea de estudiantes respecto a la cual se alega por amplios sectores estudiantiles que, en estricto orden parlamentario, no fue aprobada tal paralización, que la asamblea y los procesos de escrutinio fueron manipulados y que no recogían el sentir de la amplia mayoría del estudiantado.
El día de ayer, 23 de febrero de 2011, desde tempranas horas de la mañana, se produjeron varias confrontaciones con estudiantes y profesores por parte de las aguerridas 'vanguardias" las cuales les impedían el acceso al campus universitario. La situación se caracterizó por las tensión y las agresiones físicas y verbales de estos bullies con camisetas del Ché Guevara.
Estos sectores de activistas estudiantiles en el recinto de Río Piedras de la Universidad se niegan a reconocer lo evidente: no cuentan con el respaldo de la comunidad universitaria en sus planteamientos, mucho menos para paralizar las actividades académicas.
Más aún, ni la Asamblea, ni el Concejo de Estudiantes, y menos aún el autoproclamado Comité de Representación Estudiantil, pueden abrogarse la autoridad para determinar si un sólo estudiante o un grupo de estudiantes, sean estos diez, cinco mil o veinte mil, van o no a asistir a clases. Por definición misma del ejercicio del derecho vigente, y por esenciales nociones democráticas, ese derecho le pertenece a los estudiantes individualmente en su relación con la institución universitaria en la que se han matriculado. Se trata por otro lado, del ejercicio del derecho al libre albedrío, a la libertad de expresión y a la libertad de conciencia y asociación. Derechos por los cuales la Humanidad, y aun los propios ciudadanos en Puerto Rico, han tenido que pagar un alto precio.
Por otro lado, los concejos de estudiantes, y las asambleas estudiantiles son foros deliberativos, más no entidades organizadas de manera tal que, como en el caso de los obreros al pagar sus cuotas a sus sindicatos, sostengan una relación de obligaciones mutuas. Por una parte, el sindicato representa y negocia, y por su parte, el obrero se atiene a las decisiones mayoritarias adoptadas en Asambleas y por los cuerpos directivos, incluyendo por ejemplo, la del voto de huelga.
Es por eso que pretender calcar, en el caso de los estudiantes universitarios, las dinámicas y métodos de las actividades sindicales no sólo es un desacierto jurídico, sino un disparate político garrafal. De lo que se trata, en el caso de los estudiantes, es de protestas y manifestaciones que pueden contar o no con el apoyo de la mayoría del estudiantado.
El que un grupo de estudiantes hayan decidido manifestarse ante unos asuntos no les confiere la autoridad de obligar al resto del estudiantado —mucho menos a los profesores— a unirse a sus actividades, o plegarse a sus demandas, menos aún a pensar como ellos, ya sea sobre los problemas particulares o sobre los métodos o alternativas para atender los asuntos en cuestión.
Las agresiones físicas y verbales, la intimidación y el ataque ideológico en manadas contra toda disidencia de las que han sido víctimas estudiantes y profesores por parte de estos "activistas estudiantiles", aspirantes a talibanes caribeños, son precisamente el tipo de acciones que han caracterizado a movimientos como el chavismo en América Latina, a las brigadas de respuesta rápida en Cuba contra la oposición, y a los grupos de apoyo de las dictaduras en el Oriente Próximo, todos los cuales han recibido el rechazo de la mayoría de los ciudadanos del mundo.
Si algo evidencian estas actuaciones de nuestras vanguardias a la deriva es que su único propósito en todo este proceso ha sido no sólo abrir otro flanco de ataque contra el gobierno de Luis Fortuño, sino llevar a una crisis total e irremediable a la Universidad de Puerto Rico. Es decir, a su destrucción como institución, tal vez basándose en anticuados preceptos revolucionarios de mediados y fines del siglo pasado, conforme a los cuales de las cenizas de las instituciones destruídas se habrán de construir las nuevas e idealizadas instituciones, como parte de la creación de una nueva sociedad hecha a imagen y semejanza de sus enfermizas e infantiles utopías.
Me imagino que ante los eventos recientes tanto la Lcda. Judith Berkan, como el congresista Luis Gutiérrez, tendrán la decencia moral y la honestidad intelectual de rectificar, y pedir perdón a los puertorriqueños y a la prensa norteamericana, por las desorientadoras y demagógicas manifestaciones que realizaron en días recientes.
Los excesos cometidos por elementos de las fuerzas policíacas en la llamada huelga universitaria no justifican las alegaciones y juegos retóricos para dar la impresión del desarrollo en Puerto Rico de un estado cuasi-fascista. En todo caso, y más importante aún en lo que respecta a ese cuerpo, lo son los altos niveles de corrupción que han provocado, y seguirán provocando, la intervención de las autoridades federales en ese organismo.
De regreso al violento activismo ultraizquierdista en la Universidad de Puerto Rico, baste un último señalamiento. Ni los gritos histéricos de sus vocingleros en las redes sociales, ni sus agresiones físicas y verbales contra todo aquél que difiera de ellos, contribuye ni contribuirá a resolver los acuciantes problemas de la Universidad. Mucho menos contribuirán a atender y superar los graves problemas del colapso del modelo colonial en Puerto Rico, del cual la crisis de esa institución es apenas una de sus manifestaciones.
Nota:
Los últimos dos párrafos de este artículo son producto de una enmienda al texto original, incorporada el 24 de febrero a las 12:00 p.m.
A los pocos días de la publicación del artículo, casualmente, el gobierno de la isla anunció la retirada de las fuerzas policiacas del campus del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
El pasado 22 de febrero de 2011, fue aprobada la paralización del referido recinto en una torcida asamblea de estudiantes respecto a la cual se alega por amplios sectores estudiantiles que, en estricto orden parlamentario, no fue aprobada tal paralización, que la asamblea y los procesos de escrutinio fueron manipulados y que no recogían el sentir de la amplia mayoría del estudiantado.
El día de ayer, 23 de febrero de 2011, desde tempranas horas de la mañana, se produjeron varias confrontaciones con estudiantes y profesores por parte de las aguerridas 'vanguardias" las cuales les impedían el acceso al campus universitario. La situación se caracterizó por las tensión y las agresiones físicas y verbales de estos bullies con camisetas del Ché Guevara.
Estos sectores de activistas estudiantiles en el recinto de Río Piedras de la Universidad se niegan a reconocer lo evidente: no cuentan con el respaldo de la comunidad universitaria en sus planteamientos, mucho menos para paralizar las actividades académicas.
Más aún, ni la Asamblea, ni el Concejo de Estudiantes, y menos aún el autoproclamado Comité de Representación Estudiantil, pueden abrogarse la autoridad para determinar si un sólo estudiante o un grupo de estudiantes, sean estos diez, cinco mil o veinte mil, van o no a asistir a clases. Por definición misma del ejercicio del derecho vigente, y por esenciales nociones democráticas, ese derecho le pertenece a los estudiantes individualmente en su relación con la institución universitaria en la que se han matriculado. Se trata por otro lado, del ejercicio del derecho al libre albedrío, a la libertad de expresión y a la libertad de conciencia y asociación. Derechos por los cuales la Humanidad, y aun los propios ciudadanos en Puerto Rico, han tenido que pagar un alto precio.
Por otro lado, los concejos de estudiantes, y las asambleas estudiantiles son foros deliberativos, más no entidades organizadas de manera tal que, como en el caso de los obreros al pagar sus cuotas a sus sindicatos, sostengan una relación de obligaciones mutuas. Por una parte, el sindicato representa y negocia, y por su parte, el obrero se atiene a las decisiones mayoritarias adoptadas en Asambleas y por los cuerpos directivos, incluyendo por ejemplo, la del voto de huelga.
Es por eso que pretender calcar, en el caso de los estudiantes universitarios, las dinámicas y métodos de las actividades sindicales no sólo es un desacierto jurídico, sino un disparate político garrafal. De lo que se trata, en el caso de los estudiantes, es de protestas y manifestaciones que pueden contar o no con el apoyo de la mayoría del estudiantado.
El que un grupo de estudiantes hayan decidido manifestarse ante unos asuntos no les confiere la autoridad de obligar al resto del estudiantado —mucho menos a los profesores— a unirse a sus actividades, o plegarse a sus demandas, menos aún a pensar como ellos, ya sea sobre los problemas particulares o sobre los métodos o alternativas para atender los asuntos en cuestión.
Las agresiones físicas y verbales, la intimidación y el ataque ideológico en manadas contra toda disidencia de las que han sido víctimas estudiantes y profesores por parte de estos "activistas estudiantiles", aspirantes a talibanes caribeños, son precisamente el tipo de acciones que han caracterizado a movimientos como el chavismo en América Latina, a las brigadas de respuesta rápida en Cuba contra la oposición, y a los grupos de apoyo de las dictaduras en el Oriente Próximo, todos los cuales han recibido el rechazo de la mayoría de los ciudadanos del mundo.
Si algo evidencian estas actuaciones de nuestras vanguardias a la deriva es que su único propósito en todo este proceso ha sido no sólo abrir otro flanco de ataque contra el gobierno de Luis Fortuño, sino llevar a una crisis total e irremediable a la Universidad de Puerto Rico. Es decir, a su destrucción como institución, tal vez basándose en anticuados preceptos revolucionarios de mediados y fines del siglo pasado, conforme a los cuales de las cenizas de las instituciones destruídas se habrán de construir las nuevas e idealizadas instituciones, como parte de la creación de una nueva sociedad hecha a imagen y semejanza de sus enfermizas e infantiles utopías.
Me imagino que ante los eventos recientes tanto la Lcda. Judith Berkan, como el congresista Luis Gutiérrez, tendrán la decencia moral y la honestidad intelectual de rectificar, y pedir perdón a los puertorriqueños y a la prensa norteamericana, por las desorientadoras y demagógicas manifestaciones que realizaron en días recientes.
Los excesos cometidos por elementos de las fuerzas policíacas en la llamada huelga universitaria no justifican las alegaciones y juegos retóricos para dar la impresión del desarrollo en Puerto Rico de un estado cuasi-fascista. En todo caso, y más importante aún en lo que respecta a ese cuerpo, lo son los altos niveles de corrupción que han provocado, y seguirán provocando, la intervención de las autoridades federales en ese organismo.
De regreso al violento activismo ultraizquierdista en la Universidad de Puerto Rico, baste un último señalamiento. Ni los gritos histéricos de sus vocingleros en las redes sociales, ni sus agresiones físicas y verbales contra todo aquél que difiera de ellos, contribuye ni contribuirá a resolver los acuciantes problemas de la Universidad. Mucho menos contribuirán a atender y superar los graves problemas del colapso del modelo colonial en Puerto Rico, del cual la crisis de esa institución es apenas una de sus manifestaciones.
Nota:
Los últimos dos párrafos de este artículo son producto de una enmienda al texto original, incorporada el 24 de febrero a las 12:00 p.m.
Comentarios
Creo que lo más importante de este escrito es recordarnos cómo ciertos derechos han sido adquiridos a muy alto precio por la humanidad, Puerto Rico incluido. Y la ironía de cómo quienes se cantan defensores y defensoras de la justicia pasan por alto estos derechos cuando no les convienen dentro de sus "luchas" particulares y/o sus propios intereses. Hipocresía, por no decir más.
Por otro lado, el gobierno tiene que entender que tod@s l@s ciudadan@s tienen el derecho a protestar. Siempre y cuando la protesta sea pacífica y no interrumpa la vida y derechos de otr@s. Con el uso exagerado de control policiaco (y los abusos que hubo, provocados o no), el gobierno ha violentado descaradamente los derechos democráticos. Si duda. Pero l@s huelguistas (en minoría o mayoría, no importa) están, a mi parecer, haciendo lo mismo (como lo sucedido durante el paro de anteayer). Y usando la crisis financiera —que, por cierto, no sólo Puerto Rico anda padeciendo— como trampolín para otras agendas, sobre todo la de lanzar una lucha contra el gobierno que fue elegido libremente, en elecciones, por el pueblo (nos guste o no su resultado). Y eso no debe ser aceptable para nadie, aún si se está de acuerdo con las premisas del estudiantado sobre el issue de la cuota y otros asuntos universitarios. Me gustaría ver a est@s estudiantes llevando esa "otra" lucha a la trinchera correcta. Y esa trinchera no es la UPR. En ese sentido, es como las declaraciones recientes de Luis Gutiérrez en el hemiciclo federal: aún si estamos de acuerdo con el contenido, el contexto fue equivocado; a él le pagan para representar un distrito de Chicago, Illinois; queramos o no, ésa es la realidad. Estuvo fuera de lugar, literalmente.
Gracias, otra vez, por escribir sobre estos asuntos tan urgentes con tanto amor por la verdad y por la (verdadera) justicia. Ojalá contáramos con mayores análisis como éste.
Por otra parte no podemos negar la realidad que ahora mismo este país se encuentra ante una administración cuasi-fascista (y estoy siendo conservador) que hace las cosas imponiéndolas a la fuerza. No se puede esperar otra cosa que resistencia antes las acciones de un gobierno que actua abusadoramente. $800 no es una cantidad tan fácil de pagar. Subir el costo de la matrícula así hace inalcanzable el derecho que debe tener todo ciudadano que desea superarse a estudiar.
Adelante y éxito.
Como dicen en "el difícil", don't hold your breath...