Insomnio entre tempestades (IV)

2024.08.25 © Eric N Alvarez



¿Soy yo ese hombre que se observa frente a ese espejo, su mirada concentrada en el centro de la angustia, en el centro de la tempestad esperada desde el promontorio de la ansiedad, después de una de esas bofetadas de la realidad, los vientos sostenidos con toda su violencia, que arrastran  todas las ramas, todos los troncos,  y todos los árboles, y que, junto a restos de edificios y de seres humanos, erigen una tauca, un océano de escombros sin escapatoria, en donde se ahoga ese hombre y yo también me abandono sin resistencia? 

Toda la existencia que defino como vida se reduce, después de todo, a un par de encrucijadas y un par de sentencias que comprueban hechos intuidos, anticipados, previsibles, y mi precaria posición en el tablero a dos segundos del timbre final, sin posesión del balón, o como el rey, en un ajedrez de piezas blancas y negras aniquiladas, que en lugar de intentar continuar su batalla, se dirige más o menos digno, y con sus últimos hilachos de arrogancia, a la entrega final, para efectivamente conceder. 

¿Seré yo ese hombre, ese que parece llevar sobre su espalda maltrecha una angustia que debe callar hasta la muerte, mientras presenta  su mejor cara, y actúa inocencia frente al engaño, y fortaleza ante el dolor de no tener respuestas frente a la angustia ajena e íntima? 

Imagino que es aquí cuando debo decir que, si fuera yo ese hombre, acepto sin reparos que todo aquello que pensé mi mundo alguna vez, no fue sino el conjunto de mis delirios, siluetas de realidades imposibles que ocupan espacios paralelos donde también habito y que comienzan en mis breves sueños y mis largas pesadillas. 

El rito del insomnio de las tempestades violentas y sanguinarias puede continuar, noche tras noche, hasta el fin de todos mis conflictos. No dudes suficiencia de mi sangre ni fortaleza de mis emociones para reconocer las derrotas y sanar mis heridas. Soy mi espejo, mi propia tempestad y mi insomnio más alucinante.

Mientras tanto, ese hombre permanecerá de frente a ese espejo. Cada cierto tiempo estaré allí, al otro lado del espejo y el vidrio, para asegurarme de que no se haya ido, porque de no estar nada tendrá sentido. Ni siquiera el insomnio. 


2024.08.26 © Eric N Alvarez

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