Una lámina de luz

Gustav Klimt, The Kiss, 1908, Image courtesy of the Fine Arts Museums of San Francisco


Tal vez tú hubieras podido ser la mujer
y tu rostro el rostro 
que se muestra seducido
y tu cuerpo el cuerpo en entrega
que Klimt pensó al crear su obra
y te habría querido envolver 
con tu amante entre telas 
y mantas delicadas 
entre patrones y marcas 
que quiso que comunicaran
símbolos y metáforas
retos alegóricos

mientras observas atenta
un amarillo intenso 
y a su vez transparente 
sale de su mente 
para acariciarte esta vez a ti  
con telas y con hilos desmesurados
para cubrirte desde tu vientre
y reclamar espacios 
sobre los labios de tu erotismo
sobre tus largas piernas desnudas
femeninas y volátiles

pero tú desapareces 
como una lámina de luz sobre las aceras 
toda magia y toda fantasía desvanece

hay tormentos y desgajos de felicidad deliciosa
en la creación que desafía a las divinidades
enfrenta los dogmas de las religiones
y la moral de quienes exigen lo que no acatan
hay el deseo y la sensualidad más carnal
que lo carnal que pueda ser el pecado
que pueda habitar en un artista
y hay su legado

y estás tú…


Eric N Alvarez © 23.08.15, SanJuan.

 Nota: Sobre la obra “El Beso” de Gustav Klimt vea la página Gustav-Klimt.com

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