[Este artículo fue publicado originalmente en el mes de abril de 2022. Lo publico nuevamente provocado por el hecho de que tras el fallecimiento del escritor Mario Vargas Llosa, no han faltado las voces desde un anquilosado ultra-izquierdismo, para atacar sus posiciones de apoyo a la Democracia, las cuales asumió la mayoría de las veces con gran acierto, y en otras ocasiones, tal vez de manera descuidada.
Ante ello me parece necesario llamar a atención a algunos aspectos a considerar al momento de pretender evaluar las ejecutorias, en este caso de dos artistas que no se han limitado a expresarse desde su vocación más íntima, sino, además, desde el plano político más concreto. En ese sentido, lo que aquí expreso va dirigido a servir de contraste respecto a las posturas que analizan de manera bipolar el fenómeno humano del hacer artístico.
Hace poco escuché a una comentarista peruana atacar a Vargas Llosa acusándole de ultraderechista, haciendo alusión a presuntas declaraciones de Mario (sin la necesaria referencia a fuentes corroborables) sobre unos determinados eventos políticos en Suramérica. Según esta persona, no puede separarse al escritor de su hacer político como "intelectual orgánico de la ultraderecha".
A base de estas premisas no podemos separar, digamos, las ejecutorias como poeta y músico del cubano Silvio Rodríguez de su hacer como defensor y creyente "sin miedo" (según ha admitido recientemente) de la dictadura en Cuba, que vive y sobrevive anclada en la figura y el fantasma de Fidel Castro y su Partido Comunista.
Sin embargo, un juicio sereno debería permitir identificar las dimensiones contradictorias del ser humano. En todo caso, Mario Vargas Llosa defendió valientemente los principios democráticos, incluyendo específicamente la libertad de expresión, y los derechos humanos, los cuales la dictadura en Cuba le ha negado al pueblo cubano, y que, por su parte, Donald Trump, destruye violentamente en los Estados Unidos, desde una ultraderecha fundada en el nacionalismo y el autoritarismo, de clara orientación neofascista, para beneficio de una tóxica oligarquía.
Desafortunadamente, el izquierdismo paleolítico, en un ejercicio de ignorancia intencional del nazismo y el fascismo que fueron la causa inequívoca de la Segunda Guerra Mundial, parece apoyar a Trump y su régimen, así como a regímenes como el de Putin en Rusia o Netanyahu en Israel, los cuales conforman una triada compleja en la que el autoritarismo nacionalista es su razón y propósito de existencia.
Por eso, y sin más que decir desde el trance de la indignación ante la amenaza autoritaria en el mundo, y la deshonestidad y el cinismo ideológico intelectual que la apoya, decidí retomar el artículo que anejo sobre unas declaraciones de Silvio Rodríguez en su propio trance de contradicciones en esta etapa de su vida como ciudadano cubano.
De este modo me permito invitar a la reflexión sobre los pulsos, tanto consistentes como contradictorios, que se le plantean a los artistas en diferentes planos, y que no deben ser analizados desde posiciones dogmáticas.
En ese sentido, todo lo que me resta decir en estos momentos sobre este tema se explica en este artículo de abril del año 2022.]
Silvio Rodríguez se ha manifestado en un ánimo crítico respecto al Estado de Cuba, particularmente después de la muerte de Fidel Castro, y la salida del gobierno de su hermano, Raúl Castro, retirado del poder en abril de 2021. Sin embargo, para muchos, el cantante no ha sido lo contundente que la situación política cubana amerita.
Por mi parte, me parece que, aunque uno desee que el artista se exprese de una manera total y abiertamente en contra de la dictadura, no puede olvidarse que trascender su rol en la proyección de la imagen pública de la llamada Revolución, y su discurso, no es tarea fácil. Con esas nuevas posiciones se alejan aquellos privilegios que el rol de portavoz artístico de la ideología del Estado y el Partido Comunista cubano le proporcionó al cantante durante más de 40 años.
A pesar de mis críticas, entiendo su proceso presente como positivo. No hay pasos adelante, o nuevas posiciones, sin un enfrentamiento con el propio pasado. En ese enfrentamiento nunca hay garantías de superación.
Por otro lado, al criticar a la actual camarilla dirigente de la dictadura, Silvio se ve colocado de frente con los planteamientos sostenidos anteriormente. Ello tiene un alto costo al momento de evaluarse su sinceridad por miles de cubanos, no importa las posiciones políticas de cada cual.
Como debe saber quien fue una de las voces principales de la "nueva trova cubana" de los años '70 en adelante, los malabaristas o bufones no tienen espacio en la compleja situación de Cuba. Eso sí, "soñadores" siempre serán necesarios.
Con esto en mente dejo por aquí este vídeo con una canción del propio Silvio Rodríguez que presenta, me parece, al autor y poeta, a cierta distancia del panfleto político. A quien haya vivido algún tiempo en Cuba, le traerá buenos recuerdos. Por lo menos, tal es mi caso.
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