ESTADIDAD (ESTADO-FEDERADO, IGUALDAD) : SI

 

Diseño y arte de portada por Felipe Cuchí ©


 (El ensayo a continuación consiste de extractos de mi libro Puerto Rico: La Crisis Final del ELA, del año 2015, en los que intercalo en itálicas algunos comentarios para actualizar o colocar en contexto algunos de mis señalamientos. En este desarrollé el planteamiento de que al 2015 el llamado Estado Libre Asociado estaba en una crisis definitiva en todos los ordenes, así como el referente a su carácter territorial y colonial. 

Sostuve que la crisis fue acelerada por el gobierno de Alejandro García Padilla (del Partido Popular Democrático) al manejar de manera irresponsable del problema de la deuda de Puerto Rico con los acreedores del gobierno colonial. 

Al día  de hoy no cabe duda de que Puerto Rico esta sumergido en una crisis social, económica y política, agudizada por catastróficos eventos de la naturaleza, y el desarrollo de la pandemia del COVID-19. 

Finalmente, y propiamente,  en cuanto al tema del ”estatus”, sostuve entonces, y sostengo ahora, que la alternativa que mejor atiende las necesidades de los puertorriqueños, es la llamada Estadidad, o si se quiere “la Igualdad”, o con mayor enjundia política, el Estado Federado. Por esta opción votaré SI el próximo plebiscito.)

Paso a la presentación de los segmentos de mi libro Puerto Rico: La Crisis Final del ELA.)

El Estado-federado o la Estadidad 

La estrecha relación entre Puerto Rico y Estados Unidos data de un primer período (1898-1952), y un período posterior desde 1952 en adelante, caracterizado por la importancia de la isla en el plano estratégico-militar y político de la guerra fría. Aunque al presente es cuestionable el peso de Puerto Rico en el amplio plano geomilitar, lo cierto es que en el plano comercial, político y en lo tocante a la protección contra el trasiego de drogas, no ha perdido importancia. 

El mercado potencial que representa la isla y las posibilidades que le ofrece al propio capital estadounidense para el desarrollo de nuevas iniciativas industriales, permiten que la economía de Puerto Rico pueda ser revivida, al generarse nuevas oportunidades comerciales en un estado localizado en una posición, sin duda, aún estratégica. 

En el plano político, la región no aguantaría otro desorden político producto de ejercicios autoritarios como lo ha sido el “chavismo” en Venezuela, de imponerse en Puerto Rico tal tipo de régimen, el cual parece servir de guía “How to do” a las agrupaciones llamadas independentistas, soberanistas y de orientación de izquierdas. […]

Tanto si se consideran los factores sociológicos y demográficos, como el nivel de integración al sistema económico y político de los Estados Unidos, Puerto Rico es un cuasi-estado; un estado trunco, sin embargo, por carecer de poderes como lo son la participación en los procesos electorales federales. 

[…] El Estado-federado proveería, en primer lugar, los elementos necesarios de participación política sobre los procesos que afectan a los ciudadanos en Puerto Rico. Específicamente, y como es sabido, el nuevo Estado participaría en la elección del presidente, y contaría con representación en el Congreso Federal mediante dos senadores y cinco representantes

Ello colocaría a los ciudadanos de Puerto Rico en condiciones de igualdad con los de los restantes estados. Por otro lado, como parte de los Estados Unidos, Puerto Rico participaría en los procesos decisionales sobre aquellos asuntos que le afectan en el presente y le afectarían en el futuro por razones económicas, políticas, sociales, geográficas e históricas. 

A lo anterior se sumaría el trato igual de los ciudadanos americanos en Puerto Rico al que reciben los ciudadanos americanos en los estados, en la asignación de fondos para diversos programas, incluyendo el medicare, en los cuales Puerto Rico recibe cantidades menores en la actualidad, por el carácter territorial y colonial del ELA. 

La solución del dilema del estatus de Puerto Rico, mediante el Estado-federado, proporcionaría la estabilidad necesaria para concentrar todas las energías de la sociedad en la superación de la presente crisis general de la isla. 

En ese contexto, el nuevo estatus le ofrecería al capital extranjero la certidumbre de la institucionalidad y la estabilidad política del Estado-federado de Puerto Rico, no solo por su propia estructura jurídica y sus organismos de seguridad, sino por ser una jurisdicción plenamente integrada a los Estados Unidos. 

El Informe del General Accountability Office de los Estados Unidos (GAO) del 4 de marzo de 2014 permite colocar en perspectiva —tras haber visto anteriormente las asignaciones federales en el período del año 2000 al 2012168— no solo las asignaciones federales que Puerto Rico ha recibido a través del período citado anteriormente, sino las proyecciones del impacto económico del Estado-federado

El Informe del GAO estima que: 

  La estadidad habría aumentado la financiación anual para Puerto Rico hasta por $1.5 billones de dólares bajo Medicare; 


  Aumentaría hasta $1.4 billones a través de Medicaid, lo cual podría llegar a $1.5 billones, al tiempo que reduciría la cantidad adeudada por el gobierno de Puerto Rico hasta 358 millones de dólares al año y permitiría que la cobertura de Medicaid se amplíe a 900,000 personas adicionales; 


   Hasta $1750 millones en virtud de la Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI); hasta $700 millones bajo asistencia nutricional en forma del Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria (SNAP); 


   Y hasta $115 millones en fondos federales para el desarrollo de carreteras.

La importancia del acceso a estos fondos refiere a dos elementos fundamentales. El primero, estos fondos están disponibles a los puertorriqueños por su condición de ciudadanos de los Estados Unidos, ciudadanía que les fue conferida mediante la Ley Jones de 1917.

En segundo lugar, estos fondos contribuirían a enderezar y hacer más productiva la economía y la sociedad de Puerto Rico. No obstante, es incorrecto ver en esta inyección de fondos una panacea. 

Sostengo que a la disponibilidad de estos fondos federales habrá que añadir el que la isla cuente con gobiernos que articulen políticas atinadas tanto en la administración de esos recursos como en su gestión de gobierno en general.

[…] Finalmente, en el contexto de los datos discutidos anteriormente, y a propósito del aspecto del desarrollo de un economía productiva, debe considerarse seriamente el Informe del GAO cuando señala que “la estadidad podría eliminar cualquier riesgo asociado a la situación política incierta de Puerto Rico y cualquier elemento de disuasión en relación con la inversión empresarial”

Este elemento es de suma importancia, no solo por estar comprobado por el impacto positivo en los casos de Alaska y Hawái al advenir a la estadidad,  sino por la experiencia en la economía global. 

[…] Resuelta la incertidumbre del estatus político de la isla, como se resolvería con la integración a la Federación por medio de un Estado-federado, ello representaría un avance fundamental para la atracción de capital e impulsar el desarrollo económico.

Las dudas que pudieran haber sobre el curso futuro “del país” quedarían superados por la integración efectiva y definitiva del Puerto Rico al sistema jurídico-político de los Estados Unidos.

Es de observar que un importante sector de la oligarquía criolla, […] de vínculos históricos con el PPD que, a sus particulares intereses económicos, une sus pretensiones de proyectar y preservar su condición dominante, a partir de un “nosotros” basado en el imaginario del ser criollo, anclado, a su vez, en elementos de los narrativos fundacionales del ELA de Muñoz Marín, y con éste, el PPD-ELA. 

[…] Contra la alternativa del Estado-federado (Igualdad, Estadidad)  se levanta frecuentemente, con ahueca-das alegaciones, la demagógica suposición de la “pérdida de la cultura”, entre otros mitos de origen provincianamente nacionalistas. 

Ante esta objeción es necesario reconocer dos hechos evidentes por sí mismos: 1) al dar el paso de convertirse en un Estado- federado, Puerto Rico no desaparecerá de la región del Caribe, y 2) étnicamente Puerto Rico no será distinto a lo que es en la actualidad, tal y como lo ha sido durante los 117 años de ejercicio de la soberanía de los Estados Unidos sobre Puerto Rico. 

Puerto Rico no sufrirá cambios étnico-culturales que no sean aquellos que pueden producirse en un mundo globalizado, y a causa de desarrollos sociales y demográficos, ya sea bajo su actual condición colonial, en la Independencia o en el Estado-federado. 

La identidad étnico-cultural “boricua” no está ni estará en “peligro” de “desaparecer”, puesto que tal cosa no existe en la realidad como un ente prístino, puro y virginal. En todo caso, existe como fenómeno híbrido, mestizo, cambiante, como lo ha sido durante los últimos 117 años de ejercicio de soberanía de los Estados Unidos en la isla, período durante el cual tal identidad podría señalarse ha evolucionado, mas no “desaparecido”. 

Sobre el tema del nacionalismo Hannah Arendt tuvo ocasión de señalar: 

Politically speaking, tribal nationalism [patriotism] always insists that its own people are surrounded by ‘a world of enemies’ - ‘one against all’ - and that a fundamental difference exists between this people and all others. It claims its people to be unique, individual, incompatible with all others, and denies theoretically the very possibility of a common mankind long before it is used to destroy the humanity of man. Hannah Arendt The Origins of Totalitarianism, 1951

En toda unidad habita inevitablemente la pluralidad, y la pluralidad, por su parte, se conforma de diversas unicidades, todas cambiantes, todas mutantes, todas mestizas. La lucha contra esa realidad ha sido la razón de ser de los más execrables fundamentalismos de la historia, como lo fueron el nacionalsocialismo y el fascismo.

Al considerar el tema del nacionalismo y el Estado, el filósofo Fernando Savater ha señalado: 

“Nacionalismo”, “patriotismo”, son ideologías que, ya desde su propia etimología, se reclaman más deudoras de la biología que del pacto social. Pero se trata de una biología ‘mística’ y mixtificadora, poblada de esencias eternas y santos patronos disfrazados de mártires del carácter nacional. Por medio de la idea de nación se pretende (y en buena medida se ha logrado) ‘naturalizar’ el Estado. 

Este planteamiento ideológico sea cual fuere su contribución al progreso en sus orígenes, sirviendo de palanca para desplazar determinadas legitimaciones aún menos transparentes y más refractarias a toda discusión racional, adquirió desde comienzos del siglo pasado sus perfiles definitivamente oscurantistas. 

Dos dogmas míticos subyacen a todo nacionalismo: primero, que tal cosa como la ‘realidad nacional’ existe antes de la voluntad de descubrirla y potenciarla; segundo, que el derecho de autodeterminación política equivale en la práctica —y así de hecho se agota— a la posibilidad de fundar un Estado nacional independiente. Ninguna de estas dos estampas [...] merece demasiado acatamiento.

 El nacionalismo no es la guía para atender lo que debe ser el fin primordial de la política: promover la atención de las necesidades de la sociedad y propiciar la civilidad mediante la convivencia democrática. Lo es menos aún, en lo que respecta a la solución de dilema histórico del estatus político de Puerto Rico. 

[…] La oposición a que Puerto Rico forme parte integral de los Estados Unidos, no como territorio sino como Estado-federado con plenos derechos y obligaciones, por razón de “pérdida de la cultura” o la “identidad”, se basa en equivocados supuestos nacionalistas. 

Al partirse de estos supuestos, se pierden de vista totalmente los principios básicos de la convivencia democrática a ser antepuestos a las diferencias raciales, étnicas y nacional-culturales.

Una amplia perspectiva sociopolítica, el desarrollo con más fortaleza del principio de la unión en la diversidad, y del concepto de “ser ciudadano” de un Estado, se va imponiendo en los Estados Unidos desde inicios del siglo 21. Con avances y retrocesos en el camino, pero avanzando hacia la diversidad. 

La solución a la crisis general del ELA no es mantener el mismo y fallido estatuto de corte colonial, ni tampoco lo es la Independencia, o esta última bajo un acuerdo de Libre Asociación, ni el temor a lo que ‘haya allá afuera” o a ser llevado “por el holandés”. 

Es dando fin a la condición colonial, mediante la integración efectiva a la Federación de los Estados Unidos a través de un Estado-federado, que se podrán reenfocar las energías de todos los sectores, hoy divididos por la cuestión del estatus, para comenzar a andar, trabajar en la superación de la presente crisis, e iniciar la reconstrucción de la sociedad puertorriqueña. 

 

 

 

 

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