Primeriza

Fotografía por Rosa Villalonga ©

Digamos que hoy cumple 43 años de ser madre primeriza la mujer con la que recorro precipicios y admiro a la distancia como rompe el mar en las costas. Digamos que todo parto, con buen amor y valor, llega al puerto seguro de la criatura hecha adulto, sobre todo si la jornada es dirigida por la tenacidad de mujeres como ésta que me ha sido lanzada por el destino en el laberinto intrincado de vivir.

Parto preludiado por noches en el techo urbano de una casa urbana en un trópico feroz de noches ardientes. Parto, dicen, casi al mediodía de un día como hoy, tras unas 9 horas de sudorosa labor de la embarazada en su desembarazo.

A 43 años hay que celebrar la formación de esta hija, doblemente querida y protegida por padres incondicionales, con arte, interrupciones de sesiones escolares para irse de playa, o a la heladería, o a la plaza con batidas de frutas.

Hay que celebrar esa maternidad con educación ecléctica, sobresaltos y cambios súbitos, a vertiginoso ritmo entre empleos, proyectos y amor a toda prueba, porque ese amor está fundado en las divinidades y las fuerzas espirituales que guían el reto de parir y de ser “Mamá”.

Hay que celebrar esos actos que parecerían imprudentes, los cuales, sin embargo, formaron y forjaron a una extraordinaria persona, a un ser hermoso.

Felicidades y todas las bendiciones, Zashira, en tu día, felicidades Yrsa, en estos 43 años, por ser una madre, sin duda, valiente y ejemplar.

Para completar esta celebración yo, que deseo llegar a todos los extremos, y a todos los puertos, a riesgo de volcarme o naufragar, y generalmente me vuelco o naufrago, dejo lo demás a cargo de “el Nano”, con una de 1974 sobre este tema, con lo que evado ser yo el acusado de idealizar un proceso, sabido es, intenso, por no adjetivar más, para toda mujer. Esta canción, sin embargo, me parece, con su ternura, buen final a este texto tal vez cuasi-decimonónico.




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