Puerto Rico: la continua degradación del “ELA"

Foto Noticentro
Los últimos informes de prensa sobre la nueva degradación del Estado Libre Asociado me urgen a manifestarme a través de este artículo y a referirme nuevamente, por razones que se desprenden de los comentarios que haré a continuación, al ensayo Puerto Rico: La crisis final del “ELA".

El anuncio de Standard & Poors —vea Sin Comillas: “S & P degrada la deuda tres niveles” y El Vocero: “S & P advierte sobre el desequilibrio político”— conforme al cual la entidad degradó la ya degradada deuda del Estado Libre Asociado (ELA) tres niveles, de “BB” a “B”, cinco niveles por debajo de grado de inversión, debe ser motivo de seria preocupación para toda la ciudadanía y, particularmente, para la clase política. Sobre todo, debería serlo para quienes administran actualmente el gobierno territorial no soberano de la isla, y tienen la responsabilidad última por la presente situación de Puerto Rico, por razones muy concretas que paso a resaltar.

Fue este particular sector de la clase política isleña, encabezado por el gobernador de turno, Alejandro García Padilla, en cónclave con sus familiares, amigos, y mediocres burócratas llegados a última hora de largas reuniones alcoholizadas —todos ellos con la ayuda especial de elementos del mundo de las finanzas—, el que promovió la bravuconearía tarambana del “me vale” ante la crisis fiscal de Puerto Rico.

Este sector adoptó una actitud de temerario desdén frente a los organismos de calificación del crédito y, muy particularmente, frente a los compradores institucionales de los bonos de los que dependía el financiamiento del gobierno. Recientemente, un portavoz de La Fortaleza divulgó unas declaraciones que proyectan el mismo ánimo desafiante inspirado, tal vez, en imitar el fracaso argentino o griego.

Fue ese sector el que no supo manejar los sistemas de retiro de los empleados del ELA y los maestros. Y es ese sector el que pretende, de nuevo a última hora, adoptar medidas de reducción en los gastos gubernamentales y de recaudación de impuestos, todas impensadas, y carentes de un plan que ataque los diferentes componentes de esta crisis.

Foto: Sebastián Márquez, El Vocero
No hay que ser “un economista de Harvard” para saber que tras esta degradación vendrán otras, y que aun si no se produjeran, ya el cuadro se ha complicado al punto de que una declaración de insolvencia no de las corporaciones públicas, sino del gobierno en su totalidad, parece trágicamente inminente.

Los mercados financieros seguirán cerrándosele al ELA, mientras cada vez es más evidente que tenemos que producir una nueva revolución democrática. Los esfuerzos del gobierno, o de cualquier gobierno futuro, no podrán enfilarse con firmeza a la atracción de capital mientras este “reguerete”, mientras este absurdo régimen no se ponga en orden, no se fijen nuevas prioridades, se asuman las responsabilidades ciudadanas de rigor, se ajusten las cuentas necesarias con la clase política, y se restaure la civilidad democrática, tan castigada especialmente por la administración de García Padilla.

Estas son solo varias de muchas razones de peso por las cuales urge encaminar a Puerto Rico a su integración plena y democrática con los Estados Unidos. En otras palabras, a optar definitivamente por la Igualdad o, concretamente, por la Estadidad, y formalizar su relación con la Federación, como solución al desgastado —y hoy fallido— Estado Libre Asociado.

Siento diferir sobre este extremo con académicos serios a quienes respeto grandemente. Como saben, de la diversidad y la diferencia se nutre la democracia. Lo cierto es que esta vez no basta con medidas parciales de carácter económico.

Así como en el 1952 fue necesario establecer una estructura básica de gobierno sobre asuntos locales para impulsar la industrialización de la isla, ahora, en el 2015, ante el descalabro total de esa misma estructura —cuya crisis, como discuto en el ensayo de referencia, trasciende lo económico— es desesperadamente necesaria la adopción de nuevos parámetros e instrumentos en las relaciones político-jurídicas con los Estados Unidos y, de paso, con el mundo, que nos permitan atraer capital extranjero, activar el sector productivo, e iniciar la reconstrucción de la sociedad puertorriqueña.

Esos nuevos parámetros, ese modelo de gobierno y de participación democrática efectiva de los puertorriqueños en las instancias donde se toman las decisiones que en realidad más les afectan, es la unión formal y definitiva con los Estados Unidos. Es la Federación, o Estadidad. Es hora, en definitiva, de asumir responsabilidad por nuestro futuro.

El ensayo Puerto Rico: La crisis final del “ELA" contiene los análisis que desde el 16 de enero de 2014 propuse sobre esta encrucijada final, y por sí misma definitoria, del sistema territorial, mejor conocido como Estado Libre Asociado. Estos análisis, y las conclusiones de ellos derivadas, no han perdido ni su vigencia, ni su pertinencia. Cordialmente les invito a su lectura.

Oprima aquí para acceder el ensayo Puerto Rico: La crisis final del “ELA.

Editado por razones de redacción y estilo el 13 de febrero de 2015 a las 10:04 pm.
Editado para cambios menores el 22 de abril de 2015 a las 8:07 pm.

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