Justicia para la clase media y los pobres
(Por la importancia del asunto tratado, y su aportación para clarificar los planteamientos demagógicos que abundan en el debate público en Puerto Rico, el Quantum reproduce este artículo del profesor de Economía, Jaime Benson, publicado en el periódico El Vocero en su edición impresa del día de hoy.)
Justicia para la clase media y los pobres
por Jaime Benson, Catedrático de Economía, UPR
Cuando
la mayoría de los contribuyentes que hayan terminado de rendir su
planilla del 2011 hoy 17 de abril de 2012, comparen su carga
contributiva total y relativa del 2011 con la de los años anteriores concluirán
que su carga contributiva se ha aliviado considerablemente. Aquellos que
reportaron un ingreso neto mayor a $20,000 se percatarán que este año
terminaron pagando en promedio $1, 200 menos en contribuciones y que esta cifra
representa una tasa contributiva significativamente menor a la de
los años anteriores. Mientras que la inmensa mayoría de los que radicaron
planilla no tuvieron que pagar contribuciones y recibieron un crédito por
trabajo al reportar un ingreso neto menor a $20,000 anuales.
Y
aunque la reforma contributiva de la administración de Luis Fortuño resultó en
menores tasas contributivas para todos, los que recibieron las rebajas
contributivas proporcionalmente mayores lo fueron la clase media
(aquellos que devengan ingresos netos anuales entre $20,000 y $50,000 anuales)
y los pobres (los que devengan un ingreso neto anual por debajo de los
$20,000). Esta reforma contributiva progresiva (al conceder bajas contributivas
proporcionalmente mayores a los de menores ingresos) representa la de mayor
justicia contributiva para la clase media y los pobres en nuestra historia. A
la vez rompe con un dogma muy arraigado en nuestra cultura política por los
pasados 60 años, el de que la clase media debe sobrellevar la mayor carga
contributiva pues cobrarle impuestos a las empresas transnacionales no empece
al volumen astronómico de sus ganancias y no importa cuan baja sea la tasa
relativa que se le imponga implicaría que estas o cesen operar en Puerto Rico o
reduzcan considerablemente sus operaciones y despidan a muchos de sus
empleados, resultando en un contracción económica y un aumento en el desempleo.
Bajo
esta premisa el PPD se opuso tanto a la reforma contributiva del gobernador
como al nuevo arbitrio de hasta un 4% a las casas matrices delas empresas
transnacionales por sus compras a sus filiales en la isla, pronosticando una
fuga de empresas y empleos en la manufactura de materializarse el cobro del
arbitrio y un incremento el déficit fiscal local de concederse las
considerables rebajas contributivas a las empresas e individuos no exentos. La
mayoría de los medios se hicieron eco de esta campaña apocalíptica
que pronosticaba un desastre económico de concretizarse ambas iniciativas.
Se
aprobó tanto el arbitrio como la reforma contributiva y en lugar de provocar
una contracción económica en la manufactura, ésta por el contrario ha
registrado un crecimiento en su actividad y en sus ingresos como se
refleja en la mejora sostenida del Índice de Actividad Económica por los
pasados 6 meses. En lugar de agrandarse el déficit fiscal, éste se redujo de
$3,200 millones en el 2009 a $640 millones en el 2012, mientras los recaudos
han aumentado por $1,000 millones en el presente año fiscal.
Y
estas son las mismas personas que acusan a Luis Fortuño de adoptar
políticas ultra-neoliberales y favorecer al gran capital y a los
ricos, a costa de la clase media y los pobres. Las mismas personas que
por más de 60 años han propugnado el dogma de que no se le pueden imponer
impuestos a la grandes corporaciones pues se van a ir del País, dejando una
estela de decenas de miles de personas desempleadas y que por lo tanto la
clase media y las empresas no exentas se debían resignar a llevar la mayor
carga contributiva sobre sus costillas.
Son
los mismos que durante la campaña plebiscitaria que se avecina propagarán la
falsa idea que con el advenimiento de la Estadidad, tanto la clase media como
las empresas de todos los tamaños serán ahogadas por la aplicación de las
alegadamente altas tasas contributivas federales generando un serio disloque en
la economía local. Es importante que los estadistas estemos preparados
nuevamente para refutar tales alegatos falsos y maliciosos . Pues la realidad
es que sin ser estado previo a la entrada en vigencia de la actual reforma
contributiva, Puerto Rico constituía una de las jurisdicciones de mayores tasas
impositivas efectivas bajo la bandera americana.
De
ser Puerto Rico admitido como el Estado 51 de la Unión, el 80% de los
contribuyentes (los que reportan ingresos netos anuales por debajo de $20,000),
cualificarían para el “Earned Income Tax Credit” al llenar su planilla federal
, no tendrían que pagar contribuciones estatales ni federales y recibirían un
cheque de por lo menos $4,000 del Tesoro Federal. El restante 15% de los
contribuyentes (los que reportan ingresos netos anuales de $20,000 a $50,000),
terminarían pagando los mismo o menos impuestos de lo que pagan bajo el ELA,
dado que la infusión de mayores fondos federales para infraestructura , salud
y educación posibilitarían bajar más aún las tasas impositivas estatales y se
beneficiarían de varios créditos en la planilla federal, entre ellos los
correspondientes a su carga contributiva estatal. Solamente el 5% de los
contribuyentes ( los que informan netos anuales de sobre $50,000) experimentarían
un alza en su carga contributiva bajo la Estadidad, lo que no sería tan oneroso
para ellos, pues a la vez experimentarían un alza en sus ingresos a la luz de
la bonanza económica que resultaría de ponerle fin a la presente situación de
indefinición política e incertidumbre sobre nuestro futuro.
Lo
mismo se puede decir para las empresas, la mayoría de estas terminarían pagando
menos o iguales impuestos, solo unas pocas, las grandes terminarían
experimentando una mayor carga contributiva relativa bajo la Estadidad, a la
vez que experimenten un aumento en sus ingresos. Y respecto al diagnóstico
económico catastrófico con el advenimiento de la Estadidad por los profetas del
apocalipsis , solo hay que constatar que los 37 territorios que han sido
admitidos como estado desde la fundación de los Estados Unidos, todos sin
excepción experimentaron un “boom” económico una vez fueron admitidos y gozan
de una condición económica y nivel de vida muy superior al nuestro. En
fin, si deseamos bajar más aún nuestra carga contributiva y salir del
estancamiento económico que nos ha acompañado por los pasados 12 años, hay que
votarle un rotundo No a la colonia y optar sin reservas por la Estadidad.
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