500 mil despidos: Fidel y el fracaso del "modelo" cubano


Cuando se publicaron a mediados de la semana pasada las declaraciones de Fidel Castro Ruz hechas a Jeffrey Goldberg, en entrevista para la revista digital The Atlantic, en las que admitió que “el modelo cubano ya no funciona” ni para los propios cubanos, Yoani Sánchez, la filóloga y escritora cubana que publica el blog Generación Y, se expresó con suspicacia y escepticismo:

"Pero mientras Fidel Castro no tome el micrófono y nos anuncie que su obsoleta criatura será desmontada, nada ha pasado. Si no dice esa misma frase hacia el interior de Cuba y además se compromete a no interferir los cambios necesarios, estamos en las mismas." (Vea la nota Promesa Rota en Generación Y.)

Por otro lado, fue virtualmente imposible pasar por alto el cinismo tras las declaraciones del aún Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, y las consecuencias de la implantación de este "modelo", cuyo fracaso acababa de admitir con total desparpajo, y tal vez un guiño a un sorprendido interlocutor, fueran o no producto de un lapsus mental a causa de su avanzada edad, o de una estrategia para justificar las medidas iniciadas por su hermano menor, Raúl.

Ante aquella indolente admisión no era posible obviar el alto costo en vidas de ciudadanos cubanos; los largos años de sacrificios del pueblo cubano, de represión a toda oposición; de proyectos económicos —sacados de la mente de Fidel—destinados al fracaso; de división de familias enteras como consecuencia del exilio y de la polarización sectaria en el interior de Cuba; de violación a derechos humanos esenciales de los ciudadanos cubanos… En fin, ¿hay que seguir enumerando?

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¡Reducción y despidos, ni un paso atrás!

Justo después de darse a conocer al mundo las admisiones del dictador, éste confirmaba el escepticismo de Yoani al utilizar un juego de palabras para señalar que no se refería al “modelo cubano” sino al sistema capitalista. Fidel optó por ofrecernos un juego de palabras, y una suerte de tap dancing, con el objeto de dar marcha atrás, que a estas alturas de la partitura no luce, sobre todo en su caso, muy elegante.

Pues bien. Esta vez han sido la propia realidad y digamos que la propia Historia —esa que absuelve o condena a protagonistas de eventos trascendentales— las que se han ocupado de confirmar el fracaso del “modelo” impuesto en Cuba, por nadie más que Fidel y el Partido Comunista.

La noticia publicada el lunes 13 de septiembre por CNN, en la que se informa que el gobierno cubano habrá de despedir 500,000 empleados en los próximos seis meses, confirma el colapso definitivo del modelo de economía estatizada del socialismo en Cuba.

El anuncio es consistente con anuncios previos de Raúl Castro, actual presidente de Cuba, en el sentido de que se despedirían un millón de empleados (lo cual incluye a los empleados de las empresas propiedad del gobierno cubano) con la diferencia de que el plazo informado el lunes es mucho más breve que el anticipado.

Las declaraciones oficiales de la Central de Trabajadores de Cuba, una entidad controlada por el Partido Comunista de Cuba, no sólo constituyen una admisión, sino una exposición abreviada de las razones del fracaso:

"Our state cannot and should not continue maintaining companies, productive entities and services with inflated payrolls and losses that damage our economy and result counterproductive, create bad habits and distort workers' conduct.”

A la CTC se le asignó la tarea de comunicar la desagradable información, en uno de esos acostumbrados movimientos de manipulación del PCC, esta vez para desviar la atención sobre su responsabilidad directa en el fracaso del “modelo cubano”.

Es interesante, además, el hecho de que la propuesta del régimen a estos futuros desempleados del gobierno y sus empresas es… ¡Emprender sus propias actividades económicas y permitirles el desarrollo de empresas privadas!

Evidentemente la dirigencia del Partido, o al menos los hermanos Castro y el sector de la nomenclatura que los apoya, ha concluido que el actual “modelo” económico es insostenible, lo cual confirma que las declaraciones dadas por Castro a Goldberg no podían referirse a otra cosa que no fuera la situación de Cuba y su modelo socialista.

El modelo del fracaso

Es equivocada la percepción de que en Cuba opera u operó un sistema de capitalismo de estado. Las características fundamentales del “modelo” fracasado nada tienen que ver con el capitalismo, sino con las deficiencias del socialismo, particularmente de aquel inspirado en el marxismo-leninismo, cuando se pretende implantar como sistema económico y político.

La llamada socialización de la economía, convirtiendo al Estado en el dueño de los medios de producción, y la adopción de un sistema político dictatorial, planteado como una fase necesaria en la transición al comunismo, sencillamente operan como un obstáculo para el desarrollo económico y político de cualquier sociedad. Cuba no fue excepción.

El “modelo” en bancarrota, el único modelo que ha existido en Cuba, al menos a partir de 1961, es aquel basado en la falacia de que la “dictadura del proletariado”, es decir el Estado controlado por el Partido Comunista, constituye una forma de democracia para el pueblo trabajador, aún cuando le niegue derechos individuales esenciales a los ciudadanos.

Es el modelo basado en el supuesto de que el "proletariado", a través del PCC, debía controlar el gobierno, y apropiarse de todos los medios de producción, es decir de todas las empresas del país.

Se trata del modelo basado en el Estado como patrono a través de un gobierno paquidérmico y burocrático, en control de las empresas y actividades económicas, que en un sistema de libre mercado estarían en manos privadas.

Es el modelo que se encontraba, según el discurso oficial del PCC, en “la etapa del socialismo y en el proceso de construcción del comunismo”. No ha habido otro “modelo”, ni otro “sistema”, operando en Cuba.

Es ese el “modelo que no funciona, ni siquiera para los cubanos”. De esta experiencia, ciertamente, deberían tomar nota algunos líderes populistas de las camadas más recientes en Latinoamérica y el Caribe.

Perspectivas ante el modelo fracasado

La trama que culminó con las declaraciones de la CTC, luce haber sido montada cuidadosamente con antelación por el PCC.

De ahí los coqueteos dirigidos al mundo democrático y capitalista que pudimos observar durante los últimos dos o tres meses mediante gestos tales como: la aparición pública de Fidel al momento de ser excarcelado un grupo de prisioneros políticos; la autorización a las Damas de Blanco para realizar actividades públicas; y la admisión de Castro en la que asumió toda responsabilidad por la represión contra los homosexuales a través de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), en entrevista con la revista La Jornada, publicada el 31 de agosto pasado. (1)

En la propia entrevista con Goldberg, Fidel aprovechó para rechazar la negación del hecho histórico del Holocausto, distanciarse del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, en este tema, y expresar su apoyo a la existencia del estado de Israel. Aunque, por aquello del “balance”, y no irritar al gobierno iraní y a los extremistas palestinos e islámicos, no dejó de criticar a Estados Unidos e Israel por sus posiciones respecto a Irán.

El proceso que estamos observando en Cuba sugiere que el régimen se encamina a adoptar reformas dirigidas a dar paso a un modelo económico capitalista, controlado por el Estado, bajo la dirección del PCC, que garantice que no se produzcan cambios a la estructura de poder político vigente. Como muchos han anticipado, estaríamos ante una versión caribeña de los modelos dictatoriales de Vietnam y China.

En ese contexto, los gestos y declaraciones de Fidel Castro, pueden interpretarse como el acto de bendición pontifical al proceso iniciado bajo la dirección de su hermano Raúl, y un detente a los elementos dentro del partido que se oponen a cualquier tipo de apertura económica en Cuba.

La alternativa a la implantación de una versión del modelo chino en el Caribe sería no sólo la apertura al capitalismo, sino al reconocimiento de los derechos democráticos de los ciudadanos cubanos, lo que implicaría elecciones, derecho a organizarse en partidos y otras formas de organización cívicas y políticas, el derecho a la libre expresión, e incluso la posibilidad de la organización de los trabajadores en sindicatos no sujetos al control del Partido Comunista, en previsión al desarrollo de un capitalismo salvaje, de seguirse exactamente los pasos de los sucesores del camarada Mao.

La gran sorpresa sería que el régimen cediera a los reclamos democráticos como producto de la presión de la comunidad internacional, el balance de fuerzas en la política global, particularmente en el caso de la Unión Europea y Venezuela, así como del impacto de la oposición en Cuba, y se abriera, aunque fuera de manera gradual, a la implantación de un modelo esencialmente socialdemócrata como el vigente en Chile o España.

El fantasma de Berlín

No son sólo de orden económico las razones que han llevado al régimen a buscar alternativas y vías de salida a la encerrona en que se encuentra.

Además del colapso económico, se ha producido un proceso político de acumulación de fuerzas de los sectores opositores a la dictadura, tanto al interior de Cuba, como desde el exterior. El impacto moral de los huelguistas de hambre, el fallecido Orlando Zapata Tamayo y de Guillermo Fariñas, la persistencia de las Damas de Blanco y los bloguers en manifestarse a pesar de las agresiones y la persecusión, junto al esfuerzo del conjunto de fuerzas opositoras en el interior y exterior de Cuba, incluyendo las iniciativas a través de las redes cibernéticas, han ido colocando a la dictadura en una incómoda posición política frente al mundo.

Ante ello la dictadura se ha visto obligada recientemente a intentar proyectar una imagen de flexibilidad y apertura, pero sin comprometer, en lo esencial, ninguna de las estructuras y mecanismos de ejercicio del poder, y el control sobre la sociedad cubana. (Vea el artículo de Mario Vargas Llosa, “Héroes de nuestro tiempo”.)

El problema para el régimen en todo esto, y es lo que me parece se pretende evitar por el sector que supongo constituye la mayoría de la dirección del PCC, es el fantasma de Berlín del año 1989, cuando la adopción de unas medidas de liberalización sobre viajes al exterior, se convirtió en una marea incontenible que derribó de una buena vez la muralla infame.

Aunque el partido ejerce un fiero control sobre las instituciones del Estado, por momentos parecería que la oposición cubana está a punto de alcanzar el mismo tipo de impulso político que llevó al fin del comunismo en Europa, como producto de factores internos y externos.

Al considerar los factores externos, merece nuestra atención el hecho de que el anuncio de las medidas ante la crisis del “modelo” de Cuba coincide con el debilitamiento político de Hugo Chávez, y el rápido deterioro de las condiciones económicas en Venezuela, país que entubó al moribundo gobierno cubano.

Por otro lado, las elecciones parlamentarias pautadas para el 26 de septiembre, no aseguran un triunfo para el chavismo. Una derrota del chavismo en estos sufragios le plantearía a la dictadura cubana un cuadro adverso desde el punto de vista internacional, elemento que debe haberse comenzado a evaluar hace algún tiempo por los cuadros del PCC.

Por su parte, la Unión Europea tiene planteada ante sí la discusión sobre la continuación de la Posición Común, mediante la cuál suspende toda colaboración económica con el régimen mientras no haya una mejora tangible de los derechos humanos en Cuba. Por el momento la discusión está pospuesta hasta el próximo otoño, según señalado a la prensa por la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.

Todos estos son factores que pueden incidir de diferentes maneras sobre el futuro de Cuba. En todo caso, pienso que hay procesos que, al coincidir todos los factores necesarios, y sin que nadie lo anticipe, se hacen inevitables. En un escenario como ese, cualquier cosa podría ocurrir en Cuba, incluyendo una apertura no sólo económica, sino democrática. Sólo el transcurso del tiempo nos dará una respuesta.

¿Quién sabe? Tal vez, entre todos los futuros posibles, en esta realidad humana que muchas veces parece comportarse como el universo de las partículas inconmensurables e infinitamente más pequeñas, una decisión de última hora, la mera inadvertencia de un protagonista o un personaje secundario, o si se quiere, el mero azar, imponga un devenir que hoy consideramos totalmente improbable. Reconozco, sin embargo, que estos son desvaríos totalmente ajenos al análisis político… ¿No es cierto?

Notas:
1. Las UMAP, creadas a principios de los años ’60, eran brigadas de trabajo forzoso a donde eran destinados disidentes, homosexuales, clérigos católicos, y todo aquél que fuera visto como “antisocial” o “escoria”, de acuerdo a los criterios del Partido y sus comisarios.

Comentarios

Prometeo ha dicho que…
Los modelos económicos funcionan por un tiempo mientras solucionan los problemas de esa generación. Los tiempos cambian y los modelos tienen que ajustarse. No solo el modelo cubano ha tenido que aceptar esta realidad sino también el modelo estadounidense y eso se ve con el colapso de grandes corporaciones que funcionaron por un tiempo pero ahora se han dadon contra la pared de la realidad que hace falta un cambio.

Adelante y éxito.

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