La Caída del Muro: Al cabo de veinte años, el recuerdo de un beso


Pensar en la Caída del Muro de Berlín —que ya todos saben o deberían saber que ocurrió un día como hoy, 9 de noviembre, hace 20 años, es decir, en el año 1989— me hace recordar las imágenes de los jóvenes que lo derribaban a marronazos ante la mirada cómplice de una muchedumbre gozosa y sorprendida.

Los funcionarios que emitieron la directriz sobre viajes al exterior, hartos de la situación de la llamada, entre el cinismo y el desparpajo, República Democrática Alemana, tal vez no imaginaron el oleaje al que abrirían las puertas. Mucho menos lo deben haber imaginado los funcionarios del Partido Comunista con quienes fue consultada la medida. Zarpaba una nave sin regreso.

Los ciudadanos de los países de la llamada Europa del Este, aquella red de satélites de la Unión Soviética, vencían los regímenes autoritarios y al “socialismo realmente existente”, el único que hemos conocido, después de todo. Hay, al cabo de veinte años, el recuerdo de un beso —gesto de entrega solidaria entre camaradas— y la memoria de los desechos de la dictadura de los funcionarios del Partido Comunista. 
Si bien la nave zarpó, no es menos cierto que en lugares como China, Cuba, Vietnam y Corea del Norte, la respuesta ante los eventos impensables e ineludibles de noviembre de 1989 fue la reafirmación del autoritarismo, y la reiteración de los llamados principios del socialismo, según estos serían definidos por los funcionarios de sus Partidos Comunistas.

Es innecesario profundizar en estas breves líneas en los derroteros de estos regímenes. Es conocido que, en el caso de China, por ejemplo, se ha mantenido por el Partido Comunista un sistema político fieramente autoritario y represivo, combinado con el más salvaje capitalismo, que ha tenido el efecto de desarrollar la economía de ese basto país, a costa del sacrificio de los derechos democráticos de sus ciudadanos.



De estos países, no puedo dejar de pensar en Cuba en este veinte aniversario de la Caída del Muro. Es la consecuencia inevitable de los actos del régimen de hierro que se manifestó, tan reciente como el viernes de la semana pasada, mediante la agresión por gorilas de la Seguridad del Estado contra la destacada bloguera Yoani Sánchez y el artista fotográfico Orlando Luis Pardo Lazo, quien también es autor de un blog de importante peso en la comunidad cibernética.

Como si los 20 años no hubiesen transcurrido, el Estado cubano, esa asfixiante amalgama de Partido Comunista, organismos de masas controlados por el Partido, brazos represivos y funcionarios escleróticos, pero no por ellos blandos, reafirmó en esta agresión lo peor del ejercicio del autoritarismo, y lo peor de la tradición latinoamericana del culto a los caudillos. Lo peor, en fin, de las dictaduras, particularmente en la tradición caribeña.

Secuestrados en pleno sector de El Vedado, ante la mirada atónita de sus acompañantes, entre ellos la bloguera Claudia Cadelo, fueron luego agredidos, como si con ello fueran a desaparecer sus blogs, sus crónicas de la cotidianidad de la vida bajo la dictadura, sus fotos hermosas, su cultura política, sus propuestas democráticas, sus ideas.

A la injuria de la agresión se ha unido el intento de bloquear el acceso a las páginas electrónicas de Yoani y Orlando. El régimen demostró haber aprendido muy bien de sus viejos camaradas soviéticos los métodos estalinistas. Ostracismo, operativos para impedir que las voces cubanas sean escuchadas, el secuestro y la agresión, es todo parte de un mismo entramado represivo.

Con gran atino se ha cuestionado desde la página electrónica En el País de los Ciegos la insensibilidad frente a estos eventos por parte de sectores en Puerto Rico que dicen defender la libertad de expresión.

Quienes en Puerto Rico se complacen con pensar que “todos los gobiernos son dictaduras”, evocando, sin saberlo, ciertos enunciados del viejo leninismo, o se contentan con equiparar las propuestas de los políticos isleños con los actos represivos de la dictadura cubana, deberían tal vez reflexionar sobre estos asuntos un poco más.

Quizá debería recordarse que la oposición a legislaciones que pretendan limitar el derecho a la libre expresión y el libre acceso a la información, cuenta a su disposición con la revisión de los estatutos legales mediante acciones judiciales en foros, tanto de Puerto Rico, como federales. Quizá debería reflexionarse sobre las medidas de ostracismo y de destrucción de reputaciones que un importante sector mediático impone sobre todo aquél que no comulgue con la preservación del estatus quo colonial.



Al cabo de veinte años, la humanidad enfrenta nuevos retos democráticos tras dejar en el camino el socialismo de los funcionarios. Tras veinte años de la revolución democrática en la difunta Europa del Este, el recuerdo de un beso —gesto de despedida ante el desenlace inevitable— puede decir más que mil palabras.

Comentarios

Myrisa ha dicho que…
Gracias, Eric. Muy preciso. Me gusta algo que dijo Yoani en su última entrega: que la omisión es la envoltura de la mentira.
Cassiopeia ha dicho que…
Gracias por la excelente entrada tritemática enlazada.

Te comento por separado: la de Berlín –que ya no se ve- se celebra con arte en éstos días, ¡y qué bien! Pero no podemos descuidar los marronazos que merecen las murallas invisibles del discrimen, que en sus tantas modalidades –hoy y aquí- se alimentan y sobreviven de la hipocresía.

Yoani es una mujer valiente y de verdadera palabra. Basta con ver la entrada del 2 de noviembre ("A puerta cerrada") en la que narra cómo se vistió de caricatura rubia para entrar a un debate sobre el Internet. ¡Ella, que puede dar una Conferencia Magistral!
Se la enseñé a mis hijos, criados en una tradición digital en la que una Yoani es impensable.
¡Ella, que puede dar una Conferencia Magistral!
¿El beso? Beso fue.
Anónimo ha dicho que…
Disfruté cada parte de tu escrito. Sin duda tienes muy buena tinta. Esas voces que hoy pretenden apagar, prenderán en otros orbes en las mismas voces o en otras que militan con ellas. Un abrazo.

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