BASIJ... Y la Sonrisa que no podrán apagar

Se trata de algo muy parecido a la guardia personal de Luis Bonaparte de la que escribió Carlos Marx en su ensayo titulado El Dieciocho Brumario. Como la guardia personal del emperador francés, el Basij de Irán es esencialmente una agrupación paramilitar, compuesta por elementos desclasados ("lumpen") de la sociedad iraní, al servicio del régimen.

En las últimas dos semanas han sido los responsables en Irán de actos tan macabros como el asesinato con un hachazo del hombre en la foto, un manifestante contra el fraude en las elecciones presidenciales llevadas a cabo el pasado 12 de junio. Como todo tiende a indicar, fueron los responsables del asesinato de la joven de 26 años, Neda Agha-Soltan.

Las ejecutorias de los Basij han ido desde el servir de delatores de los opositores, hasta el marcado de los hogares de éstos últimos o de quién se sospeche de serlo. Han servido como fuerza de ataque en enfrentamientos callejeros y como francotiradores desde las azoteas de los edificios de Tehrán. Durante las largas noches de estos días en Irán, se han hecho cargo de asediar a la población para amedrentarla y evitar que manifieste su apoyo a los jóvenes del movimiento verde o al consabidamente tímido Mir-Hossein Mousavi.

El asesinato de la estudiante de filosofía, por otra parte, no sólo puso de relieve ante el mundo el carácter de las actividades de los Basij, sino el total desprecio del régimen en su conjunto por la vida de los manifestantes, y aún por la de aquellos, que como Neda cuando fue asesinada, se aventuren a observar los eventos. La rápida difusión a través del Internet del vídeo que muestra el momento horrible de su muerte, gracias a servicios como You Tube, Twitter y Facebook, permitió que el mundo comprendiera que no podía ser indiferente a los sucesos en Irán.

Irán dejó de ser ante el mundo el mero escenario de unas elecciones más, ante cuyos resultados se producen otras alegaciones de fraude y la serie de protestas que de ordinario se presentan en circunstancias similares. Como reclama, en parte, el movimiento verde, compuesto en su mayoría por jóvenes estudiantes universitarios, ya no se trata meramente del resultado de las elecciones.

Está planteada la reivindicación de los derechos democráticos que les han sido violados (y digo esto con toda la fuerza literal del término) a los ciudadanos de Irán, no sólo mediante la manipulación y distorsión de los resultados de las pasadas elecciones, sino mediante el despliegue y uso brutal de las fuerzas represivas. En su afán, el régimen ha tratado de impedir, incluso, que los gritos de dolor iraníes se escuchen en el planeta.

Como se ha comentado ya en los medios, y demuestra Bernard-Henri Levy, en un artículo publicado en el Huffington Post, la pérdida de legitimidad del régimen teocrático de Irán es inminente, si bien no aún su desplome. Como indica Levy en su artículo, ya nada será lo mismo después de los eventos sangrientos de las últimas dos semanas en Irán. No será igual nuestra percepción sobre la sociedad civil iraní, ni será igual la actitud de ésta última, particularmente su juventud, frente al régimen.

Como ocurrió tras Berlín hace cerca de veinte años, a pesar de las agresiones contra los ciudadanos iraníes —repito, desde el fraude electoral, hasta el asesinato de los opositores—, de todo el operativo de terror desarrollado por el Ayatollah Ali Khameini y los sectores más reaccionarios del régimen teocrático de Irán, se ha encendido una mecha que será muy difícil apagar.


En el nuevo milenio, las "grandes revoluciones sociales" no se producen, no se producirán, para instalar regímenes dictatoriales que nieguen a sus ciudadanos sus derechos democráticos esenciales. Tal vez es ese el mensaje que nos deja la sonrisa asesinada, pero jamás apagada, de esa estudiante de filosofía llamada Neda Agha-Soltan.

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